La paradoja del cambio
He aprendido que para progresar hay que vencer la resistencia al cambio. La ciencia desde el siglo XIX nos enseñó que nada permanece, que la tendencia natural es hacia la inestabilidad. En el mundo empresarial (del cual he sido obrero) se insiste en el cambio permanente, en la visión de futuro, visión que en el siglo pasado se proyectaba a 25 años y que luego se redujo a cinco y que hoy es a un año, gracias a la velocidad con que los cambios se producen por cuenta de la cuarta revolución industrial. Empresa o negocio que no cambia, que no responda a las nuevas exigencias del mercado, que no se adapta, desaparece. Eso dicen los empresarios. Por esto es que me parece incomprensible que el sector privado, el que crea las condiciones para que el trabajo genere riqueza, sea tan resistente al cambio político.