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Las citadas razones, con enorme y trascendental vigencia, aquí y ahora, eran: la prioridad que le daría en su eventual gobierno a proteger los derechos y las libertades, en este sentido, resaltó la importancia de cuidar los avances que ha tenido el país en gobiernos pasados. También, el énfasis en reiterar que el desarrollo debe hacerse alrededor del cuidado del agua y de la naturaleza.
Finalmente, insistía Antanas, en lo que él consideró más relevante de dichos enunciados: la fuerza del Pacto Histórico no está en propuestas de poder, sino en el compromiso, con la escucha y la participación de los colombianos. Es decir, profundizar la democracia participativa y fortalecer la convivencia ciudadana. Una urgente tarea democrática aplazada ya hace varias décadas.
Todo lo anterior en búsqueda de consolidar una sociedad más nuestra y justa. En palabras de la vicepresidenta Francia Márquez, en vivir mejor. Y sobre todo, más sabroso. Con una adición estratégica que propone Mockus: la perspectiva de moverse hacia una política cuya prioridad sea la búsqueda de una manera de vivir mejor, de actuar desde la empatía, “tan adormecida en este país”.
Parece que Petro, ya registró esas peticiones ciudadanas en su agenda gubernamental. Y enunció cinco garantías en este sentido: no buscar la reelección, no buscar venganzas personales y trabajar siempre con justicia, superar la crisis económica y social, respetar las leyes y la Constitución, reiterando que no intervendrá en la propiedad privada, reiterando que nunca ha afirmado que expropiará. Luchas contra la corrupción desde las instituciones y las calles del territorio nacional, para cuyos efectos impulsará la creación de una Comisión Internacional Independientes y una Fiscalía Anticorrupción que pueda investigar casos en el poder judicial.
Hace algunas semanas Rodrigo Uprimny, evidenciaba su apoyo a Petro, que con jocosidad enunciaba como “no pétreo”. Ojalá el nuevo Presidente de la República y su vicepresidente Francia Márquez Mina, tengan de las mayorías colombianas un permanente apoyo pétreo, fuerte, decidido a favor de su gobernabilidad. Resultaría, como lo consagra un conocido prefacio litúrgico, por demás “justo y necesario”. Donde la esperanza arranca derrotando al miedo, y la vida a la muerte. A muy buena hora.
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