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“Levanto ante el pueblo de Colombia, una alta y blanca bandera de paz: la levanto ante los oprimidos, la levanto ante los perseguidos, la levanto ante los alzados en armas, ante mis compatriotas de todos los partidos y de los sin partido, no quiero que se derrame una sola gota más de sangre. Ni una gota más de sangre hermana. ¡Ni una sola gota más”.
La bella oración anterior, no es del Presidente Petro. Tampoco del expresidente Juan Manuel Santos. Para citar sólo a dos actuales líderes nacionales, que se la han jugado sinceramente por alcanzar una paz duradera y estable para Colombia.
Corresponde la citada plegaria, al célebre paisa conocido en su región como el Hombre Fuerte de Amagá. Dos veces candidato perdedor a la Presidencia de la República, y al final ganador y Presidente durante el período 1982 a 1986. Como se podrá concluir, estamos hablando del abogado, escritor y poeta Belisario Antonio Betancur Cuartas, más conocido, como Belisario Betancur.
Vale la pena resaltar entonces, recordando a Belisario, que la larga búsqueda de paz en Colombia, constituye un objetivo estratégico y primordial de gobierno, que ojalá conquistemos más pronto que tarde. Entendiendo, que esta espantosa violencia que nos acompaña históricamente, se transforma constantemente ante las respectivas variaciones políticas y sociales, que imponen actores de violencia en la nación, especialmente los ligados al cruento y espantoso negocio del narcotráfico, que nos enluta y avergüenza interna e internacionalmente, desde hace ya décadas.
El Presidente Petro, conoce integralmente este delicado asunto, al igual que el relacionado con el cambio climático, tal y como lo expuso con solvencia académica y política en los organismos internacionales y en reuniones presidenciales realizadas recientemente. Sobre todo, como lo reiteró en varias ocasiones, al reiterar que los actores delincuenciales constituyen bandas multicrimen, que mutan periódicamente. Difíciles de ubicar y precisar dentro de las tradicionales luchas antidrogas.
Estamos de nuevo recorriendo un empedrado camino de esperanza, en búsqueda de un esquivo sueño de paz. Esta vez, con visión más concreta de desarrollo integral, acorde con los ejes enunciados por Petro: salvar la selva amazónica, terminar la fallida “guerra contra las drogas”, y el acertado remate: solo en Paz podremos salvar la vida en la tierra. Vale la pena resaltar esta precisión: “no hay Paz Total, sin justicia social, económica y ambiental”. Sobre todo, que no se derrame ni una sola gota más de sangre hermana.
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