Hay una novedad por estos días relacionada con el retiro de Bolivia, a partir del 1 de enero de 2012, de la Convención Internacional de Estupefacientes de la ONU (1961), debido a que allí se aboga por la penalización de los usos tradicionales de la coca, es decir, la tradición indígena, milenaria, de consumirla. Ha sido tanta la preocupación de Bolivia en este caso que su presidente, Evo Morales, convocó a reunión con el Director de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de la ONU, el iraní Hamid Ghodse, para explicarle a qué se refiere cuando hablaba de los usos tradicionales de la hoja de coca.
En testimonio a la prensa, Morales se mostró esperanzado en que tarde o temprano la comunidad internacional reconocería estas bondades y así se pudiera reparar lo que llamó “un daño histórico”.
Comienzo por decirles que en las crónicas del descubrimiento y la conquista hay registros en los que los visitantes del viejo mundo hablaron de una planta que masticaban los indígenas y que les permitía a éstos trabajar sin descanso y soportar circunstancias de hambre, frío y dolor; por supuesto, quienes nos “descubrieron” lograron tener su control y la utilizaron justamente con estos propósitos sobre los indígenas.
En mi caso, nunca he consumido cocaína, pero coca sí. Permítanme decirles que es uno de los productos medicinales más maravillosos de los que puedo dar fe. Fue en un trabajo de campo que hice con unos indígenas donde conocí variadas presentaciones de la coca para usos medicinales, una de ellas fue la pomada de coca, reconocida entre estas gentes por sus poderes sanadores en los casos de dolor agudo y osteoarticular; otras, el té, el vino, la harina y hasta el aceite de coca.
Recordé que un conocido había hablado de su artrosis en una de las extremidades superiores y entonces le llevé la “pomada de coca”: ¡fue sorprendente! Se la comenzó a untar por las noches -porque es caliente- y sintió efectos inmediatos de analgesia y a los días, de curación. Recordé a otra persona que no podía enderezar la espalda y que, tras aplicársela, alivió completamente.
Muchas historias he escuchado ya de experiencias medicinales con la “Erythroxylum coca”, arbusto originario de los Andes que antiguamente era cultivado también en América Central y en las costas de Venezuela. “Koca” es un vocablo de origen Aymará que significa “arbusto único, excelente, sagrado”.
La coca contiene todas las vitaminas, lo que la hace la planta más completa en nutrientes de todo el planeta, dato que además fue confirmado en 1975 por una investigación desarrollada al respecto liderada por tres científicos de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos.
Hasta mediados del siglo XX fue vendida en Colombia con propósitos medicinales en las droguerías (boticas) y plazas de mercado del país, sin encontrarse reportes hasta el momento de algún efecto secundario. Se dice que era sembrada en los predios de algunos hospitales para que los pacientes de postoperatorio la tomaran en infusión. Hoy día se utiliza el “agua de coca” en algunos contextos, como insumo en las terapias de rehabilitación para farmacodependientes.
Puede que sea un daño histórico, como dice Evo Morales, si se consideran los aportes que esta planta puede dar al organismo humano y la subestimación que se tiene de ella; en todo caso, la coca es un poderoso fármaco dotado de excepcionales propiedades y es una lástima que con estas posibilidades medicinales, hoy en día miles de personas estén sometidas todavía a dolores insoportables y a circunstancias que con este conocimiento ancestral bien podrían superar.
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