El que es marihuanero roba, el que roba mata y el que mata… ¡mata hasta la mamá!

Esta es una de las tantas referencias con las que hemos sido criados respecto de la marihuana y de quienes la consumen.

Recuerden: aquí nadie está diciendo qué es bueno o qué es malo, simplemente trato de hablar del fenómeno de las drogas elevando a un nivel de conciencia lo que tenemos inserto en nuestra cultura frente al tema, para poder revisar maneras de abordarlo buscando tal vez aumentar la calidad de la información circulante.

Por los prejuicios que tenemos estamos perdiendo de vista aspectos importantes y claves del consumo que nos permitirían saber cómo intervenir en los procesos de adicción, abuso o exceso, considerando además que la marihuana es una de las que más reporta uso entre la población en general. El prejuicio nos evita reconocer qué es lo que hay detrás del acto de posesión y lo peor es que creo que el prejuicio es alimentado de algún modo por los estudios convencionales que conocemos sobre las drogas en los que prevalecen grupos extensos de población, que pasan tal vez indiferentes frente a los investigadores y que –me atrevo a decir- son abordados en muchas de las veces desde preguntas cerradas que terminan etiquetándolos en la publicación de resultados, al ubicarlos entre grupos poblacionales masculinos o femeninos, rangos de edades, niños, jóvenes o ancianos, de padres casados o separados, por estratos sociales, etc. Ojo: son estudios muy valiosos que hacen grandes aportes al conocimiento de las dinámicas de consumo, pero que hoy día se han quedado cortos en dar luces respecto del tema y en hacer grandes aportes al diseño de políticas de prevención o reducción. Una de las etiquetas favoritas de estos estudios es que son los jóvenes los consumidores por excelencia de todas las drogas habidas y por haber, que además son los estratos bajos los que reportan mayor consumo de drogas, que en el caso de la marihuana, esta es por excelencia la sustancia psicoactiva que lleva al consumo de otras drogas, o que es el marihuanero una persona agresiva, enferma, adicta, que va a tener grandes limitaciones para el desarrollo académico o conflictos con los demás compañeros, llenando así de prejuicios el objeto de estudio y viciando la mirada institucional al respecto.

Por ello lo importante de debatir las políticas públicas sobre drogas a la luz de la relación drogas-cultura, porque equivale a ser conscientes del desgaste que hasta el momento ha tenido el país con las estrategias orientadas al respecto y de la necesidad de mirar el fenómeno de las drogas desde una perspectiva más sensata y menos “políticamente correcta”. Hablar de cultura es hablar de “todo” y de “nada” y tal vez por eso las políticas públicas han sido sordas en considerar una estrategia que sea desarrollada a partir de un conjunto de tácticas fundamentadas en la cultura. Lo que pasa es que es un proceso que tiene que ver con intangibles, que toma mucho tiempo, mucha inversión, mucha sensatez por parte de la instituciones del Estado, compromiso político-administrativo, actitud liberal de verdad, y en estos asuntos es común la precocidad por las cifras, por los resultados como banderas de gobierno y como evidencias concretas y reales, para los ciudadanos, de que a este “problemita” ya se le está dando solución. 

Al respecto, buen trabajo se venía desarrollando en Manizales desde un programa radial llamado Hablemos de Drogas, que se emitía todos los martes de 8 a 9 de la noche en la emisora de la Gobernación de Caldas, Caldas Fm, y que cumplió al retirarse 3 años de emisión en directo. A través de él se exploró el fenómeno de las drogas desde la perspectiva cultural develando puntos de vista diferentes y complementarios a las ya cotidianas cifras y análisis técnicos en las investigaciones que sobre el tema se han hecho. 

Ejemplo de ello –y para el tema de hoy- fue la entrevista realizada el 15 de junio de 2010 al psicólogo e investigador John Arcia, quien precisamente desarrolló el tema del consumo de marihuana no desde las cifras, en comunidades extensas, sino desde las experiencias que tienen quienes la consumen, en grupos focalizados, tratando de comprender el lugar que ocupa el uso de la marihuana en la vida cotidiana de un grupo de marihuaneros, estudiantes por demás de la Universidad Tecnológica de Pereira y de la Universidad de Caldas, y hallar el sentido que tiene para ellos su consumo, logro que sería bastante útil al momento de entender conductas y comportamientos de esta población y orientar procesos al respecto. 

En ese entonces, Arcia encontró, entre otras cosas, que las etiquetas de agresividad, bajo rendimiento, delincuencia, abandono del sí mismo, pérdida de conciencia, relacionadas con el consumo de marihuana, eran meras especulaciones, al menos en la población investigada, ya que los rendimientos académicos eran muy altos así como el grado de tolerancia y convivencia de los estudiados. En la próxima entrega hablaré de otros hallazgos al respecto en esta investigación. 

Interesante conocer nuevas miradas acerca del fenómeno, como interesante también saber que desde los canales de información y de comunicación –la radio en este caso- se pueden hacer apuestas novedosas para explorar nuevas luces frente al fenómeno de las drogas.

Credito
Federico Cárdenas Jiménez

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