Cuando presté servicio militar tuve un compañero de contingente que venía de la Comuna 13 de Medellín y como él era tan marihuanero, decíamos que Bob Marley tenía una foto suya en el cuarto como inspiración: era de los que se fumaba cualquier cosa y si olía raro ¡mejor!, parecía que su adicción psicológica era mayor que la orgánica y fumándose “lo que fuera” calmaba en algo su ansiedad.
Esto me hace pensar en un rasgo que está caracterizando a los jóvenes por estos días: meter cualquier cosa que les genere alguna sensación diferente, ensayar, explorar, combinar a ver qué pasa… es algo así como “el todo por el todo” o quizás, “el todo por el nada”.
En días recientes me topé con el caso de un joven de 12 años, que cursa sexto grado, al que su profesor encontró, en plena clase, con la boca llena de un líquido blanco, y en sus manos, con el corrector de lapicero destapado y regándose en las mangas de su uniforme. ¡Adivinen qué! Resultó ser que estaba ido, como trabado, con los ojos irritados y una sonrisa involuntaria provocada por el olor que respiró durante varios minutos de su lapicero corrector.
Era el primer caso que se le presentaba al profesor pero uno más que se sumaba a las estadísticas de este colegio, la cuestión era que la institución no había socializado con docentes y padres de familia ninguno de los casos anteriores y estos habían quedado solo como rumores de pasillo: ¡el problema de no actuar cuando se debe o de no tener un protocolo de reacción o de no hacer campañas educativas al respecto o de no haber informado a los padres de familia o de sentir temor de ser estigmatizado por la Secretaría de Educación o... de qué será por Dios!
Al buscar en internet sobre el tema, poniéndome en los zapatos de un joven curioso, escribí en google: “cómo drogarme con corrector”. Aparecieron varias páginas y en una de ellas un foro en el que recomendaban con entusiasmo “¡inyéctatelo, es mejor así!” ¿Qué me lo inyecte? ¡No puede ser! – Pensé- ¿Cómo una persona puede inyectarse líquido corrector? ¿Será que se chuzan el cuerpo con la punta del mismo corrector y lo oprimen para que salga el líquido blanco y entre en la piel? Por sentido común yo no lo haría pero otra cosa es la que piensa y siente un muchacho a los 12 años impulsado por sus amigas y amigos o por la misma internet.
Lo que manifestó el estudiante fue que había inhalado el líquido por unos 15 minutos, que le había provocado mareo y una experiencia de relajación pero que en cuestión de media hora ya se le habían quitado estas reacciones.
No tengo información aún sobre los daños orgánicos que puedan causar este tipo de inhalaciones, pero sí sobre el por qué el colegio no había hecho nada con los casos anteriores. Pregunté en la unidad de psicorientación –a donde había sido llevado el muchacho- y me dijeron que como este tipo de situaciones no habían perturbado la convivencia escolar pues no habían reportado a la rectoría sobre el particular; según la encargada, se citó a los padres de familia para informarles sobre lo sucedido pero no se remitió a los estudiantes a evaluación o control médico porque instantes después los efectos de la inhalación habían pasado. A la fecha no habían hecho seguimiento alguno a estos estudiantes.
Visto de otro modo, como no hubo reacción alérgica, vómito, convulsiones, pérdida de conciencia, conducta agresiva u otra reacción escandalosa, pues no hubo motivo para armar una tormenta en un vaso de agua. Apuesto a que muchos docentes no tienen ni idea de este tipo de posibilidades y apuesto todo a que mucho menos los padres de familia. Reflexión.
federic.cj@gmail.com
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