Cerca de cincuenta demandas presentadas y todas perdidas. Este es el balance que Rudolph Giuliani con su equipo de abogados obtuvieron como resultado de su esfuerzo para probar que hubo fraude sistemático en las elecciones presidenciales de USA en perjuicio de su candidato. Un trabajo por el cual se dice que cobraba 20 mil dólares diarios, que finalmente parece que Trump ordenó no pagar.
Que unos vándalos destrozaron y robaron cuanto encontraron en la Casa-Museo ubicada en la entrada a las Ruinas de Armero, es un hecho atroz, tal como lo registró este Diario. Ello pone en evidencia que hay seres, o acaso hienas, que no respetan ni a los muertos.
Mucho se ha dicho y cuestionado sobre la forma de contratación, el costo, la financiación, la logística y las fechas de aplicación de la vacuna contra el Covid-19, pero hay un aspecto que no se ha tratado y que invito a considerar.
Con tantas inquietudes surgidas por causa del Covid-19, que se sumaron a las muchas que traíamos de tiempo atrás, resulta difícil encontrar asuntos que nos animen, y en cambio es fácil caer en la reiteración de los múltiples problemas que nos causan sufrimiento.
Desde niños conocimos la imagen de Robin Hood, el héroe de cuentos infantiles que robaba a los ricos para obsequiar a los pobres. Claro que es dañino que a los infantes se les transmita la idea de que robar es bueno bajo aquellas circunstancias, puesto que lo que deben interiorizar es que aún en esos casos es incorrecto.
“Los Ministerios del Despacho, Gobernadores y Alcaldes quedan encargados de dar estricto cumplimiento a lo dispuesto en la legislación vigente para prohibir en adelante la designación, con el nombre de personas vivas, de las divisiones generales del territorio nacional, los bienes de uso público y los sitios u obras pertenecientes a la Nación, los Departamentos, Distritos, Municipios o a entidades oficiales o semioficiales. Igualmente, prohíbese la colocación de placas o leyendas o la erección de monumentos destinados a recordar la participación de los funcionarios en ejercicio, en la construcción de obras públicas, a menos que así lo disponga una ley del Congreso. Parágrafo Único: Las autoridades antes indicadas podrán designar con el nombre de personas vivas los bienes de uso público a petición de la comunidad y siempre que la persona epónima haya prestado servicios a la Nación que ameriten tal designación.”
El título de esta nota es una afirmación de Margareth Tatcher, quien ejerció como primera ministra del Reino Unido de 1979 a 1990; es la persona que mantuvo el cargo por mayor tiempo durante el siglo XX y la primera mujer que ocupó este puesto en su país. El mensaje contiene una gran verdad que muchos prefieren ignorar: Que los recursos que llamamos públicos son los mismos que los ciudadanos pagamos como impuestos, más aquellos derivados de la explotación de las riquezas naturales del país y otros pocos.
Es un dicho popular en Colombia que infortunadamente se cumple con excesiva frecuencia. Aquí me refiero a la búsqueda de equidad de género, asunto sobre el cual con gran esfuerzo se han logrado algunos avances con el soporte en unas leyes difícilmente aprobadas en el Congreso de la República, conformado por una gran mayoría de hombres con pensamiento y actuaciones patriarcales que sustentan su marcado machismo, y es así como permanecemos todavía lejos de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, reconocida constitucionalmente.
Excelente que haya en nuestro medio exitosos emprendedores que apostaron a negocios altamente rentables, que han logrado superar las dificultades que surgen en el camino, generan empleo para satisfacer las necesidades de sus empresas y ello les ha permitido acumular riqueza y gozar de enorme bienestar para sí mismos y su familia. Es algo para celebrar si se trata de empresas que cumplen con honestidad y rigor las normas vigentes, y también en consideración a las actuales circunstancias en que los negocios enfrentan graves quebrantos.
Que en Colombia se habla el mejor español de este continente es una afirmación que hemos escuchado muchas veces y la hemos creído sin que sea posible confirmar y ojalá esa percepción sea medianamente cierta. Por eso inquietan algunos hechos que quiero compartir en torno al uso del idioma.