¿Sabe usted que en todas las universidades y en numerosos colegios hay profuso microtráfico de drogas estupefacientes que son expendidas por estudiantes de tales instituciones educativas reclutados por las redes de mafiosos que controlan dicho mercado?
¿Y que un considerable número de estudiantes asiste a clases bajo los efectos de tales sustancias, compra sus dosis en pasillos, aulas, zonas verdes y baños de los establecimientos donde estudian? ¿Qué pasa con los padres y con las autoridades educativas y municipales?
¿Sabe que es creciente el número de estudiantes que son vendedores de estupefacientes y que de esa actividad obtienen ingresos para costear estudios, ir a conciertos, rumbear y comprar ropa y accesorios costosos?
¿Sabe usted que muchos padres de familia alcahuetean el que sus hijos adolescentes lleven a novios y novias a sus alcobas para tener relaciones sexuales “para que no vayan a sitios indignos como moteles”, y se justifican diciendo “¿qué hacemos si es lo que ahora hacen”?
¿Sabe usted que el número de universitarias que son “prepagos” es alto, en especial en las universidades de matrículas costosas y que tal actividad es su fuente de ingresos para hacerse cirugías estéticas, comprar costosa ropa y pagar considerables sumas de dinero en peluquerías y spas?
¿Sabe usted que es alto el número de adolescentes que asiste a ‘fiestas’ en fincas de recreo donde prolifera la promiscuidad sexual y que concurre a ‘clubes sociales’ que realmente son siniestros sitios de diversión nocturna?
Este listado es incompleto, somero. La culpa de tal descalabro social es de los padres de familia que estúpidamente reflexionan diciendo “es que todo ha cambiado”.
Y bastante tienen que ver periodistas radiales que por buscar altos índices de audiencia convierten su actividad laboral en vehículo de difusión de conductas que despedazan los valores sociales, morales y éticos que la civilización ha creado.
¿Quién vigila tal periodismo?
Todo ello y el remolino del licor y otras conductas reprobables demuestra que nuestra sociedad está gravemente enferma.
No hay que ser proclive a falsos conceptos de moral para afirmar que el país está pidiendo a gritos revisar lo que está ocurriendo y formar estudiantes no solo con énfasis en bilingüismo, sino en valores y sanas costumbres.
¿Sabe usted que niñas adolescentes de 12, 13 y 14 años de estratos sociales y económicos medios y altos creen que si se hacen masajes en pómulos y frente con semen de sus novios, combaten eficazmente el acné y por eso llevan a cabo tal práctica? ¿Y qué porcentaje de tales muchachitos tienen enfermedades sexuales?
Credito
EDUARDO MUÑOZ SERPA
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