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Digo que lo leo con entusiasmo ya que observo que todavía hay personas que realmente les duele Ibagué, pero también digo que lo leo con incertidumbre dado que esa misma preocupación la he escuchado más de una vez a lo largo de mi vida, pero todo se queda en eso, en una preocupación que no transciende, es decir no pasa nada. Se han realizado cualquier número de diagnósticos, un sinnúmero de ejercicios de pensar la ciudad. A manera de ejemplo menciono “Ibagué visión 2020”, “Ibagué visión 2025”, además cada gobernante llega a través de una serie de promesas que han quedado en eso, en promesas dado que los planes de desarrollo que han presentado tanto al Concejo como a la Asamblea distan mucho de lo prometido, o lo peor, no los desarrollan.
Ahora están en la tarea de escuchar a los diferentes actores no solamente de la ciudad, sino también a los actores de los municipios cercanos a Ibagué, como ejercicio me parece interesante, además de ser una excelente estrategia o ejercicio de catarsis que permite a los participantes desahogarse y de nuevo ilusionarse. ¿Y después qué? Si se trata de escuchar inquietudes con el fin de identificar alternativas de solución, déjenme decir que tanto el departamento como su capital están sobre diagnosticados, lo que ha faltado es sinceridad, voluntad política de quienes han liderado a Ibagué y al departamento, ha escaseado verdadera y real coordinación entre el sector gubernamental y el sector empresarial y ha sobrado protagonismo de quienes solo les interesa la ciudad en época preelectoral. Como director regional del Sena durante 16 años asistí a cualquier número de reuniones donde cada uno se ufanaba de estar haciendo esto o aquello, sin coordinación institucional y muchas veces desarrollando acciones repetidas que desgastan las instituciones y se desperdician recursos.
Que se escuche a la gente está bien, pero a partir de ello y a través de un equipo interdisciplinario donde el sector gubernamental y el sector empresarial hagan presencia activa, se debe definir la ciudad y el departamento que se quiere tener en el largo plazo, ese debe ser el reto y punto de partida para construir un plan de acción con el compromiso real y efectivo. El cual debe ser respetado y desarrollado por quienes lleguen a gobernar. Se debe firmar un “pacto por el Tolima e Ibagué” de cara a la población ibaguereña y tolimense, al cual le podrán sumar proyectos que agreguen valor y competitividad al desarrollo del departamento y a su capital. Es decir, un trabajo continuo y a largo plazo
No más buenas intenciones, llegó la hora de las realizaciones, no más demagogia coyuntural, electorera y politiquera. Se requiere verdadera voluntad política, compromiso real, sincero y acciones estructuradas y coordinadas que garantice su ejecución en una alianza real entre el gobierno, el sector empresarial y la comunidad, con un monitoreo independiente donde la ciudadanía este enterada con el fin de que coadyuve al seguimiento de lo la acordado, realice ajustes en caso de ser necesario. Esperemos que esta sea la vencida.
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