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Voy a referirme a uno de mis mejores amigos, quiero connotarlo de esa manera porque fueron muchos años los que compartí felizmente a su lado. Julio llega a nuestra ciudad y en el año 1983 unidos con Mario Francisco Álvarez, otro amigo arquitecto quien escribe una nota titulada “Así le recuerdo”, que me voy a permitir citar al final de esta columna porque transmite el mensaje que quiero compartir, constituimos una sociedad donde afianzamos esas ideas que se venían trazando en materia de priorizar al Ser y poner la línea exquisita de su formación en la Universidad Nacional. Yo creo que Julio nos dio una explicación de lo que es “la arquitectura para el Ser’’ y así es que quiero hacerle este emblemático homenaje, reconociendo a una persona que nos enseñó con su estilo de trabajo a pensar siempre en los demás y connotar el Ser. Entonces para mí, siempre fue ese paradigma de alguien que desarrolló un sentido inmenso de una palabra tan importante como esa. Con él tuvimos otro lindo compartir además de que fuimos vecinos, recorrimos la vía hacia el aeropuerto en bicicleta muchas veces y formamos parte de los grupos de ciclismo “Club LX’’ y “Los patacones originales’’, diciendo que, a la edad nuestra, teníamos que hacer uso de este bonito deporte que también nos permitió integrarnos. Toda esa fuerza, ese cariño, el compartir con su esposa y sus hijos, nos permite decirles que lamentamos esta gran pérdida por lo que Julio significó en su Ser como ciudadano, buen compañero, buen individuo en general y que seguiremos atentos para continuar ese legado tan especial que nos ha dejado. Aquí hay un bonito ejemplo de una persona que se hizo querer, que la seguiremos queriendo, que nos ha dejado esa imagen que debe perdurar en el tiempo y que debemos resaltar porque la ciudad de Ibagué recibió todos los beneficios de este gran hombre, de este gran Ser.
Así le recuerdo... Por el arquitecto Mario Francisco Álvarez.
Con gran tristeza me acabo de enterar que mi querido amigo Julio Enríquez Miranda se nos adelantó en el viaje, que partiste sin despedirnos, amigo leal, hombre consecuente con su pensamiento y acción como pocos, luchador incansable desde que nos conocimos en la Universidad Nacional, facultad de Arquitectura, donde eras un abanderado representante del Moir y las luchas estudiantiles y, toda la vida fuiste consecuente con las luchas sociales, obreras, campesinas y de nuestro pueblo. Compañero de estudio, luego de trabajo con quién en compañía de Javier diseñamos el Centro Comercial Arkacentro, que luego con Germán Arbeláez ayudamos a construir y trabajamos en muchas construcciones y posteriormente incursionamos en un intento empresarial. Fuimos también compañeros de parrandas con Jairo Echeverry, Pacho Pinto, Martha Gómez y tantos buenos amigos más... Recuerdo las canciones que en el grupo nos gustaban: “La Guaneña”, muy de tu Nariño, aunque también te consideramos Tolimense, “A mis amigos” canción que cantábamos en coro con Martha Gómez, con Jairo E., con Pacho Pinto y “Cuando un amigo se va” de Alberto Cortez, que ahora más que nunca tus amigos sentimos en el alma...
...Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Cuando un amigo se va queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río…
Creo sin lugar a dudas por tu consecuencia política, que en tu caso caen justas las palabras de B Breht: "Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles." ¡Así de imprescindible y de ese talante fuiste, un luchador toda la vida y un gran amigo! Nuestra solidaridad y fortaleza para su esposa María del Pilar, sus hijos: Simón, María y toda su familia.
¡Buen viaje amigo y Paz en su tumba!
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