El espejo de Culiacán

Columnista Invitado

Al ver las imágenes en noticieros y redes sociales así como leer los artículos de prensa en medios de comunicación sobre el ‘jueves negro’, como bautizaron los mexicanos el operativo que llevó a la recaptura de Ovidio Guzmán López, hijo del narcotraficante ‘Chapo’ Guzmán, el pasado 5 de enero en la población de Culiacán, en el noroccidental estado de Sinaloa, causando la violenta reacción de las bandas asociadas al temible cartel del narcotráfico que actúa en esa región, se puede entender en gran medida la dimensión que tiene en nuestro país la apuesta del Gobierno nacional por alcanzar la paz total.
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Bloqueos, vehículos incendiados y ataques con armas de largo alcance, que llegaron incluso hasta el aeropuerto de la ciudad así como a una base militar del Ejército mexicano, como retaliación al accionar de las autoridades de ese país para amedrentar a la población civil, dejando un saldo de 29 muertos entre agentes oficiales e integrantes del Cartel de Sinaloa, con escenas más parecidas a la cinematografía de las exitosas ‘narcoseries’, son espejo de una realidad que en Colombia no ha cesado. 

Del enfrentamiento entre los carteles de la droga así como la guerra declarada al orden institucional, hace más de tres décadas, que nos colgó la etiqueta de ‘narcoestado’ o país inviable, pasamos luego a una confluencia de fuerzas violentas de todo tipo, permeadas por esa empresa multicrimen del narcotráfico que apenas, en la comodidad de nuestras ciudades, alcanzamos a comprender.

Arrebatarles a los grupos armados ilegales un negocio lucrativo por medio del establecimiento de diálogos pareciera una quimera ante las numerosas variables que se cruzan en territorios de Arauca, Nariño, Norte de Santander, Caquetá, Putumayo, Cauca y Antioquia, lugares en donde estas bandas han concentrado su accionar, lo que plantea al Estado una delicada operación de altísima complejidad.

Cualquier error, por minúsculo que sea, puede echar al traste un cese multilateral al fuego, difícil de entender en su definición porque las acciones de las Fuerzas Armadas para contrarrestar este delito no cesarán, lo que pone en el filo de la navaja el anhelo de estos territorios por abrazar un espacio de tranquilidad.    

 

Arrebatarles a los grupos armados ilegales un negocio lucrativo por medio del establecimiento de diálogos pareciera una quimera - Luis Fernando Rueda.

 

Comunicador Social - @lurueviv

 

LUIS FERNANDO RUEDA

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