PUBLICIDAD
Se dice, por ejemplo, que eso les pasa por andar buscando lo que no se les ha perdido. Pero la mayoría de feminicidios son perpetrados por la pareja o expareja de la víctimas en espacios privados.
Dicen, entonces, que por qué no denuncian. Y cuando ocurre el feminicidio se hace público que es muy común que la mujer hubiera llamado a la policía en reiteradas ocasiones; y que familiares y amigos estuvieran al tanto del maltrato, pero no intervinieron porque “entre marido y mujer nadie se debe meter”.
También está la pregunta retórica “y si no les gusta que les peguen ¿por qué siguen con ellos?” Sin embargo, los estudios muestran que hasta 75 % de los feminicidios ocurren dentro del primer año en el que la mujer termina la relación con una pareja abusiva.
Es decir que, estadísticamente hablando, las mujeres tienen más posibilidad de sobrevivir si siguen con su agresor, que si le terminan.
Cuando de violencia de género, sobre todo de feminicidio se trata, el problema no es el comportamiento de las mujeres. Enforcarnos en esto distrae y revictimiza.
El feminicidio no es un nunca caso aislado. Es el resultado de una larga cadena de violencia de género que la sociedad inculca, naturaleza y condona; y que las instituciones permiten y exculpan.
El amor no mata, los celos no matan. Mata el sexismo. Mata una noción patriarcal de la masculinidad y el amor basados en la posesión, el control y la sumisión de la mujer al hombre.
Hasta que no entendamos eso, las mujeres seguirán siendo asesinadas se queden en casa o no, salgan a bailar o no, denuncien o no, se queden con quien las abusa o no.
Ya es hora de dejar de culpar a las mujeres hasta de su propia muerte. Tenemos que responsabilizar a los hombres por sus acciones, y mirarnos muy críticamente como sociedad.
Comentarios