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Mas que una moda, producto de las dietas que invitan a la concientización de los efectos del consumo excesivo de carbohidratos refinados en la salud, sería importante tener en cuenta los siguientes beneficios documentados:
El más evidente es el control del peso, como resultado de eliminar uno de los productos -altos en calorías y carbohidratos refinados- que contribuyen de manera directa al aumento; seguido de los picos de azúcar en sangre, en razón a las curvas pronunciadas de glicemia, luego de su consumo, que conduce a antojos de alimentos y fluctuaciones en los niveles de energía.
Otro de los más populares, es evitar la intolerancia al gluten que causa malestar digestivo, hinchazón y otros síntomas asociados con la enfermedad celíaca; fuera de los dolores de cabeza, hiperactividad y trastornos gastrointestinales en algunas personas sensibles, como consecuencia de evitar el consumo de propionato de calcio o ácido sórbico, utilizado en panadería como conservante.
Aparejado a lo anterior, relacionado con la disminución de la inflamación y el riesgo de cáncer, se encuentra el restringir la utilización de harinas refinadas y su alto contenido de azucares añadidos, además de las grasas y margarinas industriales, aditivos y conservantes como la azodicarbonamida (ADA), junto con la acrilamida que resulta del proceso de horneado de productos con alto contenido de almidón. De hecho, cuando se habla de permeabilidad intestinal y el proceso inflamatorio que potencialmente contribuye al desarrollo de enfermedades intestinales y metabólicas, se halla la supresión del consumo de ciertos emulsionantes como los mono y diglicéridos y la lecitina, los cuales afectan negativamente la salud digestiva alterando la composición de la microbiota intestinal, por lo que es vital recomponer la barrera.
Específicamente, concerniente a la prevención del cáncer, como ha sido determinado por algunas organizaciones de salud, se tiene la exclusión del uso del BHA (butilhidroxianisol) y el BHT (butilhidroxitolueno), dos antioxidantes sintéticos que se utilizan comúnmente como aditivos alimentarios en productos procesados, que tienen propiedades carcinogénicas -en estudios con animales- y han sido asociados a los efectos adversos sobre la salud hormonal y el sistema inmunológico en humanos.
Finalmente, sin que sea menos importante, no hay que dejar de lado que al eliminar el pan de la dieta las personas pueden animarse a explorar opciones más saludables y nutritivas, en las que no se dependa de este como fuente principal de carbohidratos; por ejemplo, para sustituirlos por alimentos integrales como: el arroz integral, quinoa, batatas o legumbres, que ofrecen una mayor cantidad de nutrientes y fibra sin los efectos negativos del pan industrial.
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