Treinta años sin Andrés

Columnista Invitado

Hace treinta años, al día siguiente de la estrepitosa eliminación del Mundial de 1994, tras perder con Estados Unidos con un autogol suyo, Andrés Escobar en una columna de opinión titulada Nos faltó verraquera, escribió: “Pero por favor, que el respeto se mantenga... Un abrazo fuerte para todos y para decirles que fue una oportunidad y una experiencia fenomenal, rara, que jamás había sentido en mi vida. Hasta pronto porque la vida no termina aquí.”
PUBLICIDAD

Tristemente, la vida del jugador del Atlético Nacional campeón de la Libertadores en 1989 y titular de la Selección colombiana con la que se consagró tras un gol histórico en Wembley, terminó diez días después y su asesinato está sin duda, dentro de los cinco mayores traumas de mi generación como el asesinato de Jaime Garzón y la derrota de la paz en el plebiscito de 2016.

El crimen en Medellín en contra del defensa central, famoso por no protagonizar los escándalos de compañeros suyos como Tino Asprilla, nos sigue llenando de vergüenza y tristeza a los colombianos.

Inicialmente, los noticieros responsabilizaron a mafias de apostadores, pero pronto, las autoridades llegaron a los hermanos Pedro y Santiago Gallón Henao, vinculados con el narcotráfico y el paramilitarismo y a su conductor Humberto Muñoz Castro quien, sin mediar palabra, le disparó a Escobar seis tiros de revólver en el cráneo.

Una vez capturado, Muñoz Castro debió ser traslado a Bogotá para evitar su linchamiento y terminó condenado a cuarenta y tres años de los que cumplió once, saliendo libre en 2005. Mientras los Gallón Henao, instigadores del homicidio, según el fiscal del caso Jesús Albeiro Yepes, fueron sentenciados por encubrimiento y ni siquiera pagaron un día de cárcel.

Años después Muñoz Castro ante la pregunta del periodista Gonzalo Medina sobre ¿Por qué mató a Andrés Escobar? Increíblemente, contestó: “es que yo no sabía quién era Andrés Escobar, yo no sabia que era un futbolista…”

Nunca sabremos con exactitud si lo mataron por el autogol; si Muñoz Castro actuó por cuenta propia o por orden de sus jefes. Lo que sí está claro es que, sobre los hombros de este futbolista calidoso y ejemplar, terminó cayendo el peso del fracaso en el Mundial del 94. A Andrés Escobar lo mató la cultura mafiosa en la que hemos vivido todas estas décadas y que todavía se enseñorea en un país donde matar significa muy poco.

Ojalá esta nación bipolar y sin memoria, haya aprendido la dura lección del asesinato de Andrés Escobar; hoy, cuando como hace 30 años, la Selección es favorita en Estados Unidos.

 

Alexander Arciniegas

Comentarios