¿Por qué la gente ya no quiere ver noticias?

Columnista Invitado

Nunca antes había existido tanto desinterés hacia las noticias. Los medios se enfrentan a una cruda realidad: cuatro de cada diez personas las evitan y, como si fuera poco, la misma relación, o sea el 40 %, no cree en lo que publican. Estas afirmaciones pertenecen al conjunto de conclusiones que el Instituto Reuters, un tanque de pensamiento que le sigue el pulso al ejercicio del periodismo a nivel global, reveló en su más reciente estudio dado a conocer tres semanas atrás como resultado de su exploración sobre los hábitos digitales de consumo (Digital News Report) en los seis continentes y 47 países (95 mil entrevistas), entre ellos el nuestro.
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Reuters hace un despliegue en su informe sobre los principales desafíos que tienen ante sí los medios de comunicación y encuentra tres grandes causas que inciden, hoy por hoy, en la creciente desinformación, la falta de confianza, los ataques de los políticos -y gobernantes- y un entorno empresarial incierto.

La primera causa obedece a los cambios que se están produciendo en los gigantes tecnológicos, ‘despriorizando’ las noticias y apuntando el foco a los creadores de contenidos, y en esa misma línea, la incorporación de la inteligencia artificial es vista como una amenaza latente que puede bloquear el tráfico de flujos hacia sitios web y aplicaciones. A ello se suma el avance que ha tenido el movimiento regulatorio en países o regiones, como la comunidad europea, que busca establecer controles a estas empresas que se han lucrado con su negocio publicitario sin tributar ni pagar a los generadores de contenidos informativos.

En segundo lugar aparece el impulso sostenido que hoy tiene el video por encima de otros formatos, especialmente el texto, que se ve desplazado por el auge de la imagen en movimiento. El consumo ocurre, principalmente, en plataformas como YouTube, WhatsApp, Instagram y TikTok, a donde van los jóvenes a informarse, tomando cada vez más distancia sobre los medios tradicionales con los cuales, hay que decirlo, tienen poca o ninguna conexión.

En ese lugar los influenciadores han ganado un terreno que, anteriormente, era exclusivo para periodistas. Los prefieren mejor si son activistas y partidistas. Y un dato no menor: el formato tiene que ser breve, en lo posible, que no supere los dos minutos.

Y la tercera causa está en la fragmentación de las audiencias. Hay que pensar los contenidos por cada público, si en diez segundos no los ‘atrapa’, se fueron a lo mejor para siempre. El mundo sufre por la sobreabundancia de información y ese es un dilema muy fuerte con el que tienen que lidiar los editores. Ojalá medios, escuelas de periodismo y periodistas tomemos atenta nota: la competencia es ahora con contenidos que puede publicar cualquier persona.

 

Luis Fernando Rueda Vivas

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