Mientras hace poco más de 15 días el asesinato de 11 militares en Arauca a manos de este grupo terrorista enlutaba nuevamente a un grupo de familias Colombianas y causaba repudio, indignación y rechazo en todo el país, hoy la expectativa está centrada en un nuevo proceso de liberación unilateral de secuestrados por parte de las Farc, muchos de los cuales llevan más de 10 años muriendo lentamente en la selva pero aferrados a la vida, con la fe puesta en que pronto llegara su liberación.
¿Debilidad militar o estrategia política?, no resulta fácil aceptar cual va a ser la respuesta, pero motivos superiores: Humanitarios, obligan al gobierno a no hacer sucumbir y menos fracasar este nuevo proceso de liberación, pese a la oleada de terror que hoy vive el país por cuenta de este grupo violento.
Pensar que este nuevo episodio marcará el comienzo del fin de una “era macabra” donde la estrategia de este grupo terrorista de secuestrar uniformados y políticos para presionar una salida política al conflicto fracasó, es la historia con el final feliz que todos quisiéramos escuchar; sin embargo, no podemos confiarnos de esa aparente “buena voluntad”, ya la historia nos ha mostrado que tan sinceras resultan dichas acciones humanitarias.
Siendo honestos, hay un interrogante al que los colombianos exigimos obligatoria respuesta: ¿A qué le esta apostando las Farc?; será esta una franca muestra de intención de buscar la paz negociada o una estrategia mas para lograr el reconocimiento de un status político que garantice la salida negociada al conflicto sin efectos colaterales negativos para el grupo terrorista?.
Es indudable que después de las muertes de Raúl Reyes y el Mono Jojoy, las Farc de hoy no son las mismas de hace 15 años, lo que no significa que estas se encuentren acéfalas, por el contrario, terroristas como Timochenko han sabido capitalizar el poder heredado tras la baja de los máximos jefes del Secretariado.
La siguiente pregunta obligatoria es: ¿A qué le apostara el Gobierno?. Seguramente tendrá que ser estratega e inteligente para que este show mediático donde participan desde una Nobel de paz, hasta la hija de un revolucionario mexicano y la esposa de un expresidente centroamericano, no se le salga de las manos.
El reconocimiento legal del conflicto armado colombiano consignado expresamente en la Ley de victimas, le obliga a ser consecuente y coherente con la posición que ha de asumir, razón por la cual el costo puede ser grande pero igualmente necesario, aunque no sea justo.
Los procesos de paz traen siempre consigo dosis de impunidad que favorecen a los violentos y vulneran en gran medida los derechos de las victimas y sus familias; esperemos que esta vez la dosis sea ajustada a las proporciones de un sangriento conflicto que pareciera no tener fin.
Entre tanto, hoy Colombia entera exige y espera la liberación de todos los secuestrados de esta guerra.
La política de seguridad nacional del presidente Juan Manuel Santos sigue siendo objeto de las más duras críticas en torno a su efectividad para combatir los hechos de violencia y terrorismo que han marcado el aparente resurgir de las Farc durante este periodo gubernamental.
Credito
CAMILO DELGADO
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