Los aeropuertos al revés

Cada vez son más las voces autorizadas que evidencian el retraso tan grande que tiene el país en materia de aeropuertos, y mientras ello ocurre,

las congestiones de los terminales sacan de quicio a los usuarios que se ven sometidos a toda clase de incomodidades producto del colapso de la operación, debido al incremento inusitado del sistema de transporte aéreo.

La situación es tal, que el propio Presidente de Avianca ha dicho que Eldorado de Bogotá quedará pequeño el mismo día en que se inaugure su ampliación. Inquietud parecida afrontan los principales terminales de las demás capitales, a quienes se les vendió la idea de que con las nuevas concesiones iban a solucionar los problemas y se observa que ese esquema ha sido un fracaso, pues las pocas obras que se han hecho, más las que se han proyectado, no serán más que paños de agua tibia que muy poco irán a contribuir a solucionar el problema.

Un país moderno, con unas proyecciones ambiciosas en materia de competitividad y de globalización, no puede perder de vista su horizonte en esta materia, pues resulta ser fundamental para poder alcanzar metas altas de crecimiento económico.

Lo que a diario observamos en Eldorado, se repite en cualquier otra capital, en donde los aeropuertos se parecen cada día más a un terminal intermunicipal de buses que a cualquier otra cosa.

Fuera de eso, al interior de los mismos, quieren manejar espacios desordenados e inapropiados, con pequeños locales como de plaza de mercado, en donde venden tamales, arepas, masato y baratijas, y en donde los vendedores ambulantes hacen presencia incomodando al pasajero e incrementando la congestión.

Además, siempre encontramos alguna clase de obra: derriban muros, dividen locales, hacen remiendos, cambian fracciones de piso, reparan cielos rasos, varían el sentido de una sala, pero todo se reduce a seguir percibiendo el mismo escenario con los mismos problemas y con mayores angustias.

El país no podrá avanzar realmente en este tema, hasta que no se decida a pensar en grande, hasta que no analice el problema con visión futurista y hasta que no se convenza de una vez por todas de hacer las inversiones que realmente se requieren.

La única ciudad del país que tiene un aeropuerto más o menos decente es Medellín. Tal vez ellos sí han entendido el sentido de lo que es concebir proyectos con visión futurista y por eso hace rato tienen Metro, Metrocable, transmilenio y unas carreteras que definitivamente son diferentes a las del resto del país por sus dimensiones y efectividad.

Mientras los grandes problemas se sigan solucionando con mentalidad de palustre, no será posible encontrar los caminos del verdadero desarrollo.

Credito
EDUARDO DURÁN

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