En 2015, la Agenda de Desarrollo Sostenible dio un avance importante para evitar la muerte de niños causada por malaria y tuberculosis principalmente. En este mismo evento, los líderes mundiales propusieron acabar con la violencia infantil para el año 2030, pues los niveles de crímenes sobre ellos indican que solo este año, mil millones de niños sufrirán a causa de la violencia de todo tipo, y que una de cada cinco niñas sufrirán acoso sexual durante su vida.
Y, el trabajo ya comenzó, el informe Inspire describe siete estrategias para reducir dicha violencia, con todo y estos esfuerzos en Colombia la realidad es bien distinta, y describe claramente nuestra situación tal como lo dijo Mandela: “no puede haber una revelación más aguda del alma de una sociedad, que la forma en que trata a sus hijos”.
Precisamente por eso, describen al síndrome del motociclista como esta patología Colombiana: sugiere que los adultos ven a los niños en especial como personas plásticas a las que no les pasará nada al ser castigados, ha hecho carrera esa falsa teoría de que los niños son resistentes supuestamente porque sus huesos son flexibles, cosa más ridícula.
A diario vemos cómo los maltratan, los violan, los castigos son inhumanos convencidos que el dolor es reorientador y formador, nada más estúpido. El dolor no sirve para controlar el comportamiento de los seres humanos al contrario, es la “madre” de todas las cicatrices que en la adolescencia se convierte en maltratadores, en violadores, en drogadictos, en suicidas en fin; en la eterna repetición de los errores que nos tienen como estamos.
Y, el mayor ejemplo son las cárceles: ¿qué preso ha salido de una cárcel resocializado? Y cuántos presos condenados no fueron niños maltratados o sin amor. Nada más frustrante que una cárcel con todo ese dolor vivido allí, ninguna frustración rehabilita. Esos errores pudieron evitarse cuando aún eran niños y lo peor, cuando se castiga al niño decimos: me dolió más a mí! Que mejor que ni a él o a ella ni a nosotros nos duela, que mejor que a nadie le duela.
El verdadero ser humano es el que tiene el control de sí mismo, por eso no se le debe pegar a un niño, nunca! Y aunque debe legislarse en Colombia prohibiendo eso (resulta absurdo normativizar la lógica, el sentido común), la Corte Constitucional por medio de la Sentencia C-371/94 se pronunció desafortunadamente, indicando que el castigo debería ser “moderado”, siendo Carlos Gaviria Díaz el único sensato al salvar su voto, preguntándose pues: ¿quién dice qué es moderado? pegar con una mano puede decirse que es la única manera de saber el grado de fuerza aplicado, pero al final es niño, es indefenso, pero pegarle con un objeto es otra cosa más brutal aún.
El niño ve en sus padres o sus cuidadores eso: la persona que debe cuidarlo, respetarlo, espera de ellos, de nosotros los Padres, solamente amor, respeto y protección, el niño no entiende ¿por qué, quien lo cuida lo maltrata? es un sin sentido con toda la lógica para un niño, raro que no sea así para un adulto.
La maravillosa responsabilidad de ser padres; los niños no pueden ser productos del azar, de cómo haya caído la moneda ese día, de los tragos o la droga que tenía en la cabeza ese día en que me acosté con… Si queremos niños amables y respetuosos, seamos padres: amables y respetuosos pues al final, ¿qué es el amor? ¡Es cuidar de los demás!
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