En el fondo, guarda inexorable relación con la concepción de Estado y Sociedad que los partidos políticos tengan en procura de alcanzar un país con mayor desarrollo. Pero, es un tema que por esencia polariza: ¡y de qué manera! Para varios de sus defensores, constituye la panacea en la superación de la marginalidad y pobreza nacional. Sus opositores la consideran nada más ni nada menos, como la versión nacional y actualizada de las siete plagas que llevarán a Colombia en pocos años al desastre total en lo económico y social.
Por la trascendencia del debate se debería desde ya, tener algunos indicadores de aceptación general, que permitan adelantar una discusión constructiva fundamentada en la realidad colombiana. Algo así, como el indicador de criminalidad construido a partir de medir los homicidios de un país por cada cien mil habitantes, que tiene aceptación universal. En los balances sobre los TLC en Colombia estamos bastante biches, entre otras razones, por no contar con cifras reales de análisis.
En efecto, Hernando José Gómez, zar del acuerdo comercial con EE.UU. en entrevista concedida a El Espectador, -el pasado 17 de febrero- ponderando favorablemente el TLC con EE.UU. sostiene que las exportaciones no tradicionales –sin carbón, oro, esmeraldas, café, banano y flores - al mercado estadounidense crecieron desde mayo de 2012, cerca de un 19 por ciento. Y, las importaciones provenientes de Estados Unidos se incrementaron en 3.2 por ciento. Estas cifras no coinciden plenamente con las dadas ese mismo domingo por el embajador de Estados Unidos, Michael Mckinley en El Tiempo, quien afirma que en el 2012 las exportaciones de Colombia a los EE.UU crecieron siete por ciento y que las exportaciones de los EEU a Colombia aumentaron 15 por ciento. Las diferencias son considerables entre porcentaje y porcentaje, lo que indica ausencia de base de datos comunes y confiables –aun y solo para el TLC con EE.UU- que permitan abordar con objetividad una discusión seria y transcendental sobre este espinoso asunto. Al confuso panorama anterior resulta necesario adicionar los datos del DANE de hace tres días, según los cuales el crecimiento de exportaciones a los EEUU, justo en el año de arranque del TLC, fue de “cero”. Como se puede observar, el despelote frente a datos y cifras, en este caso particular, es preocupante por no decir asombroso.
Si esas cifras, en ese escenario común difieren, imaginemos el galimatías que se puede presentar cuando de confrontación académica se trate en una jornada de discusión alrededor del TLC. La confusión sería total. De ahí, la importancia de sopesar también dicho balance a la luz de las realidades económicas y sociales. En especial las regionales. Sólo así podremos objetivamente, apoyar o condenar los TLC, no solo como fantasma, sino en su expresión real de progreso o de atraso.
El tema del TLC, constituye sin lugar a dudas, asunto de especial trascendencia para analizar, discutir y diferenciar las propuestas políticas que agitarán el panorama ciudadano en Colombia durante los próximos años.
Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO
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