Ibagué: ¿una ciudad de apáticos?

Guillermo Pérez Flórez

Se puede definir la apatía como un estado anímico caracterizado por el desinterés, lo cual produce en quien padece indiferencia total, le da lo mismo el frío, el calor, si hay nubes o hace sol. En términos científicos, es un síndrome neuroconductual complejo, caracterizado por déficit crónico de motivación.
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Es una enfermedad peligrosa, pues con esto vienen una merma de la voluntad, de interés por la actividad y evaporación de la iniciativa, además de una disminución de respuestas afectivas frente a estímulos positivos o negativos.

A qué viene esto. En las pasadas elecciones en Ibagué hubo una participación electoral de solo el 54 por ciento. Al resto de los electores le dio igual quién era su alcalde o quiénes sus concejales. Y así, el Alcalde resultó elegido con el 11 por ciento de los votos posibles. Se puede argumentar que la culpa es de la politiquería, que genera marginación en las personas buenas. En realidad es al contrario, es la marginación de las personas buenas lo que conduce a la politiquería. Ya lo decía el poeta William B. Yeats. “Los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores están llenos de apasionada intensidad”.

Esta semana me tropecé con una nota de Helmut Levy en su perfil de Facebook, en la cual recuerda que la actual Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Ibagué fue elegida por 557 afiliados, de un censo habilitado para votar de 818 personas, jurídicas o naturales. En Ibagué hay algo así como 28 mil inscritos, pero solo tienen el carácter de afiliados 1.600, que son quienes pueden elegir y ser elegidos. Miren qué deformación.

La Junta toda, representa solo al 1.98 por ciento de los inscritos, que aportan cerca del 90 por ciento del presupuesto. De esta situación podrá predicarse cualquier cosa, menos que sea democrática.

El próximo 3 de julio vence el plazo para renovar la afiliación y registrar los libros de socios, y así tener derecho a elegir y ser elegido en las elecciones de 2022. Ignoro si la entidad tiene un plan de comunicaciones para promover la afiliación y para que quienes sí los están la renueven. Si esto no es así, cuando se vaya a elegir la nueva junta es posible que la situación sea peor. Esto es aberrante, en términos de representatividad, y altamente inconveniente.

Quizás nunca antes como ahora, Ibagué necesita una cámara fuerte, dinámica y representativa que contribuya a sacarla del estancamiento en que se encuentra. Las cosas están mal, pero pueden empeorar. El desempleo y la informalidad van a seguir creciendo. No sé si es que no nos damos cuenta. Se requiere mayor liderazgo y altura de miras. 

Comentario final. Está comprobado que la apatía es uno de los síntomas neuropsiquiátricos más frecuentes en las demencias y en el Alzheimer. Por salud mental deberíamos abandonar la apatía cívica, para no decir política, e interesarnos más por la suerte de la ciudad, que sin duda necesita sacudirse. Viene a la mente León de Greiff, en su poema Relatos de los Oficios y Menesteres de Beremundo el Lelo: “Qué más total abulia, qué búdica ataraxia, qué echandiana acinesia, qué greiffiano far niente”.

GUILLERMO PEREZ FLÓREZ

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