“¡A robar al gobierno!”

Guillermo Pérez Flórez

La frase fue lanzada al desgaire por una voz indignada ante los reiterados cortes de la película en una sala de cine.
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Las protestas subían de tono porque las interrupciones ocurrían, justo en el momento de mayor emoción, y el público las consideraba un abuso en colindancia con el robo. Cuando la escuché debería tener trece o catorce años, pero la se me quedó grabada para siempre, por el coro de respaldo suscitado, “Sí, a robar al gobierno”.

Esta semana me sometí a una sesión de tortura voluntaria. Escuché buena parte de la larga audiencia de imputación de cargos contra Olmedo López, exdirector de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos y Desastres - UNGRD -, Sneyder Pinilla, el subdirector y el principal contratista de este entramado de corrupción, Luis Eduardo López Rosero, alias ‘el pastuso’, quien al parecer ordeña la entidad desde hace más de 15 años. Además de ser moralmente reprochables sus conductas, de constituir una auténtica asociación para delinquir, resultan ofensivas por la desfachatez con la que actuaron estos delincuentes. Tenían la certeza de que no había organismos de control ni de justicia que pudieran vigilarlos y sancionarlos. López Rosero controlaba treinta empresas de papel que servían de fachada de legalidad a la contratación, y se embolsó varios miles de millones de pesos. Era imposible ocultar tamaña vulgaridad. El presidente Gustavo Petro ha dicho que se declararon desastres en municipios en donde no existieron, para poder saltarse las leyes de contratación. Todo esto es una vulgaridad desafiante. Con el debido respeto que me merece la señora Fiscal General, partidaria de la justicia premial, no hay nada que negociar. La justicia debe ser ejemplarizante.

Tengo la convicción de que esto es solo la punta del iceberg. Aquí no estamos en presencia de unas manzanas podridas. Han resultado salpicados funcionarios de alto y medio rango y miembros del Congreso, la obligación es llegar al fondo de este nauseabundo asunto. ¿Por qué Olmedo López ostentaba tanto poder como para conseguir que el ministerio de Hacienda le transfiriera 1,4 billones de pesos? El presidente Petro va a tener que hacer cambios en su agenda, si es que quiere salvar su gestión. La prioridad es sanear el Estado y la política. La restauración moral de la que hablaba Gaitán hace más de 70 años es más vigente que nunca. El debate ideológico o partidista pasa a un segundo lugar. Tampoco se vale poner el retrovisor y decir que cosas más graves han sucedido en gobiernos anteriores, lo cual es absolutamente cierto.

Presidente Petro: haber pedido perdón por nombrar a Olmedo López y la renuncia al Director Nacional de Inteligencia estuvo bien. Fueron pasos en la dirección correcta, importantes, pero insuficientes. La UNGRD es solo el botón de muestra. La corrupción es sistémica. Aún está a tiempo de emprender una cruzada moralizante. Al Estado (no solo al Gobierno) hay que hacerle higiene. Es lo que desde hace décadas pide a gritos la sociedad. Presente una reforma política y electoral, lo que tenemos hoy es la fuente de la eterna corrupción. Robar al gobierno se ha vuelto algo ‘normal’, tanto como ver exfuncionarios que no necesitan volver a trabajar, y viven en permanente campaña electoral. Da asco. ¿Y la Procuraduría y la Contraloría? Bien, gracias.

 

Guillermo Pérez

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