- Que las FARC no representan al pueblo colombiano, como siempre lo han proclamado con las letras "E.P." que anexan a su autodenominación.
- Que no vacilan en cometer crÃmenes atroces en toda ocasión, con independencia de si van perdiendo o ganando la guerra; de si están o no negociando la paz; de si conservan su fortaleza militar, o de si están diezmados.
- Que le han causado a la sociedad un daño infinito, y que, por sus actitudes -más allá de las palabras de sus comunicados-, se deduce que definitivamente no quieren la paz.
- Que han dejado sin argumentos a quienes en el pasado hemos apoyado la mesa de negociaciones o el acuerdo humanitario para la liberación de los secuestrados.
Lo hemos dicho en escrito reciente:
"El dictamen de Medicina Legal no deja lugar a dudas: no estamos simplemente frente a cuatro homicidios en el caso de un conflicto armado, sino ante cuatro asesinatos, cometidos contra personas en total estado de indefensión y mediante disparos a corta distancia y por la espalda. Se trata de un acto repugnante.
Queda claro que los integrantes de esa organización criminal carecen hoy de todo argumento que justifique, desde el punto de vista polÃtico, su existencia y su actividad. Si alguna vez tuvieron motivaciones altruistas; si persiguieron objetivos de reivindicación social; si pretendieron, con base en una ideologÃa de izquierda, protestar contra el sistema o contra el régimen, de todo ello no queda ningún rastro; ni el más mÃnimo vestigio.
Hoy no se puede hablar de una organización alzada en armas en rebeldÃa contra el establecimiento, sino de un grupo desordenado y salvaje de desalmados, que se dedica al secuestro, al narcotráfico y al terrorismo".
Varias pruebas le han suministrado al paÃs para desconfiar de todas sus propuestas, y para generar el repudio general de la ciudadanÃa. Para deslegitimar por completo cualquier enfoque polÃtico que se quiera intentar con buena voluntad y con miras al diálogo.
No pocas veces los gobiernos y los mediadores han sido engañados. Y la comunidad internacional -incluidos algunos paÃses que habÃan defendido la actividad guerrillera y hoy se avergüenzan de haberlo hecho- está persuadida, en la actualidad, de su carácter netamente terrorista y bandolero.
Estamos en presencia de una despreciable banda de delincuentes comunes y nada más.
Colprensa
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