Apuntes sobre el oro de Ataco

Hugo Patarroyo Murillo

De un momento para otro, se pone nuevamente de moda a nivel departamental, el tema del preciado metal, que se encuentra en el subsuelo del sureño municipio.
PUBLICIDAD

Como se dijo en columnas anteriores, el tema del oro no es nuevo en este sector tolimense. En busca de “El Dorado”, uno de los tres grandes conquistadores de la Nueva Granada, Sebastián de Belalcázar -que venía del Suroccidente- anduvo por estas tierras en busca del tan anhelado metal.

Hoy en día, no son los españoles los interesados en su explotación. Ni mucho menos, multinacionales canadienses, surafricanas o árabes .

Muy curiosamente, son los mismos surtolimenses los inclinados a explotarlo.

Es una compañía cuya representante legal es una atacuna y, su promotor principal es un señor nacido en la vereda Guaipá del municipio de Ortega que, vivió en Coyaima, hizo sus “centavitos” en Ataco, con apellido indígena y pertenece a un cabildo del sector. Nada de “rubios” y “ojiazules”.

Lo que sucedió en esta ocasión, fue que la coyuntura política de cambio de gobierno se convirtió en el detonante de la problemática (otra más) que, se les vino encima a los atacunos. A más de pobres, jodidos, rejodidos y “vueltos a joder”.

Se armó -como siempre, en la historia del Sur del Tolima- un conflicto que, tiene en la mitad, a la sociedad civil del maltratado municipio. No han sido solamente los actores armados de izquierda o derecha los que se han cruzado por las riberas del Saldaña en esta región.

Ahora, es la tradicional clase política, la que convierte al municipio de Ataco en su “campo de batalla”, polarizando, dividiendo, enfrentando a sus habitantes. Los de Ibagué no saben qué puede suceder en estas latitudes.

Nunca lo han sabido. Lo único que conocen es, estadísticamente cuántos votos aporta el Municipio y, en qué sectores se encuentran. Es, la manipulación galopante.

Sin menospreciar el tema ambiental, ya que los atacunos adoran su río, los raizales no entienden el porqué se acusa a una entidad tradicionalmente seria como Cortolima, de expedir una llamada licencia “express”, a una empresa básicamente surtolimense, de reconocido trabajo restaurativo, cuando llevaba en trámites, entre lo minero y lo ambiental, poco más de 12 años, según documentos, a la vista del público. Además, tampoco les queda claro que, en otros municipios ubicados a los lados del río Saldaña, la explotación de minerales, sea vista con ojos de admiración y, lo que suceda en Ataco sea vilipendiado, atacado y criminalizado.

Lo más delicado de todo esto, es la falta de comunicación entre los interesados en el tema. Hay grupos “fundamentalistas” que se niegan a hablar con la contraparte. Grave error.

El diálogo es la esencia de la civilización. La gente podrá ser pobre pero, de tonta “no tiene un pelo”. Lo que se dice en los corrillos del Sur, es que la batalla por el Congreso de la República ya comenzó y empezó en el Sur del Tolima, en el municipio de Ataco.

HUGO PATARROYO MURILLO

Comentarios