La vigencia de Álvaro Gómez Hurtado

Hugo Patarroyo Murillo

Cada vez que los colombianos buscan sitio para cuestionar “el establecimiento”, abrevan en la cascada intelectual de Álvaro Gómez Hurtado. Ahí, en ése pensamiento y en ésa interpretación de lo nuestro, es donde se encuentran muchas de las soluciones a las cíclicas crisis, por las que en espiral ascendente, transita nuestro país. Es increíble que, como ya se sabe, es el único al que verdaderamente los colombianos le “quedaron debiendo la Presidencia de la República”. Y todo, por el espectro de su padre, el polémico Laureano Gómez Castro.
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Lo curioso de todo esto, es que en su momento individuos como “Jacobo Arenas”, el ideólogo de las Farc, decía que en este país, al único al que se le quitaba el sombrero era a Gómez Hurtado. Reconocía que se encontraban en polos diametralmente opuestos, pero que para él, el único que la tenía clara en esta Nación, era su contradictor político del otro extremo, el mismísimo Alvaro Gómez. Por otra parte, el ex senador, hizo del periodismo una de sus grandes pasiones. Un tolimense, el comunicador Social,  Mauricio Manjarrés Caicedo, tuvo el honor de trabajar al lado del caudillo conservador por más de 17 años en el Noticiero 24 Horas y disfrutar de su sapiencia.

Gómez, siempre habló de “derrocar el régimen”, muy seguramente profetizando todo lo que veía venir. Por estos días, circula profusamente una pequeña entrevista del ex embajador que, realizada por el destacado periodista Julio Nieto Bernal, en los años 85-86, el pensador conservador advertía que en Colombia había que cambiarlo todo. No reformarlo. Transmutarlo totalmente. 

Ahora que se habla de una Constituyente para reformar la Justicia, los intérpretes y estudiosos del excandidato presidencial, los alvarólogos, llegan a indicar que Gómez Hurtado hubiera preferido innovar completamente el diseño del Estado Colombiano. No solamente lo Jurisdiccional sino también lo Ejecutivo y lo Legislativo. Él soñaba con una nueva República, con transición pacífica como se ha llevado a cabo en Francia, país  que, como ya se ha dicho, en estas mismas páginas va por la Quinta República. Allí se adaptaron  las necesidades de los franceses y, éstos a su vez, se tornaron más fuertes y poderosos, rescatando simultáneamente la grandeza del Estado.

Las proyecciones que se hacen sobre el pensamiento de Gómez, indican que por ejemplo en lo Ejecutivo, se hubiera propuesto el alargar el periodo por uno o dos años más (cuatro años son poco y ocho son mucho, tal vez cinco), sin opción a reelección. Vetando así mismo las candidaturas (ejecutivas, legislativas o judiciales) de los más allegados familiarmente al Alcalde, Gobernador o Presidente (primero y segundo grados de consanguinidad), y de paso, acabando con las puertas giratorias de origen familiar.

En lo Legislativo, los periodos de los  concejales, diputados, representantes o senadores, no podrían tener una vigencia superior a dos periodos y tampoco, podrían ser electos los allegados familiarmente, a quienes hubiesen sido escogidos para cargos que promulgaran leyes, ordenanzas y acuerdos municipales.

Y en lo jurisdiccional , para interpretar a cabalidad a Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu, las Altas Cortes,  también poseerían un régimen de restricciones familiares, similares a las del  Ejecutivo y el Legislativo.

Todas las anteriores reformas, refrescarían enormemente la Democracia en Colombia, dándole cabida a otro núcleos y la posibilidad de que los jóvenes,  participen en la dirección de los destinos de la nación y de paso, se acabe con la corrupción generalizada que, es lo que, según las últimas encuestas, más amarga a los Colombianos, por encima de la pandemia del “Covid 19” y , el tema del desempleo.

 

HUGO PATARROYO MURILLO

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