PUBLICIDAD
Por éstos lares, se vé y se ha visto de todo, los llamados “de derecha” ( porque defienden el capital, como una forma de desarrollo económico, entre otras, para producir más, y repartir más) y de “izquierda”, (porque consideran que, debe existir la igualdad social y el igualitarismo ).
Los dos espectros políticos, con sus respectivas variables: derechistas con sentido social e igualitarista e, izquierdistas, con claro sentido desarrollista del capital. Dictaduras de izquierda (que las hay más) llevándose por delante “todo lo que tiene que ver con el individuo y su entorno” y, de derecha (que las hay menos), arrollando (valga la repetición) “todo lo que tiene que ver, con el individuo y su entorno”. Es indudable que, no existiría una izquierda sin una derecha y viceversa.
El asunto es, qué tan valedero es, cada uno de los espectros políticos y que tan válido es en tiempo, modo y lugar, cada uno de ellos. Cada país o región, tiene su propia dinámica de desarrollo social, económico y político. No es lo mismo, la Cuba del Dictador Batista, en la que triunfó la Revolución Cubana en Julio de 1953, a la Venezuela manejada por los de Acción Democrática y Copei que, se mantuvieron en el poder hasta el ascenso de Hugo Chávez, al poder en Venezuela. Nada que ver, incluso, mucho antes de su fallecimiento (2016) el Comandante Fidel Castro, llegó a decir en un momento dado que “El modelo cubano, ya no funciona ni siquiera para nosotros” y, que el sistema de la Isla, no era exportable (Entrevista en The Atlantic y, reproducida por El País de España el 8 de Sept, de 2010). Sin embargo, algunos de nuestros “dirigentes”, insisten en trasladar algunas de la falencias de otros lados a nuestro país. Si bien es cierto que, se necesitan reformas, también es incuestionable que, ésos cambios, requieren altas dosis de consenso, mesura y simpatía. En otras palabras, nada de imposiciones, extralimitaciones y odio.
Es bueno recordar que, en todo sistema democrático funciona el equilibrio de poderes, gústele o no, al que le guste. Debe existir la independencia y respeto entre lo legislativo, lo ejecutivo y lo jurisdiccional. Lo otro, sería, revisar desde la época de Montesquieu, las equivocaciones que se han presentado y que, sin lugar a dudas, ha conllevado al establecimiento de dictaduras.
Definitivamente, el que no conoce las fallas en la Historia, está condenado a repetirlas. La terquedad, no conduce a nada bueno, a nada positivo. Nuestro país, aún, con grandes problemas sociales acentuados por el “disparatado” manejo económico de hoy en día, no debe ser un laboratorio de experimentos que, ya se demostró, no funcionan.
Adicionalmente a éso, y. como diría Jorge Iván González, ex de Planeación Nacional, en resumen: “…. los silogismos incompletos, los entimemas, que movilizan y generan pasión. Estimulan los sentimientos y son instrumentos poderosos de la persuasión”. Eso muy bien lo saben, los aspirantes a ejercer “una perfecta Dictadura”.
Comentarios