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El tema es alrededor del desarrollo regional, que para el departamento del Tolima sigue siendo esquivo. No es sino mirar los indicadores que siguen mostrando unos pobres resultados. Si lo tenemos todo, entonces ¿qué nos hace falta?
El desarrollo no se alcanza solo pensando en términos económicos. Hay regiones que han gozado de muchos recursos financieros y siguen en el atraso. Se instalan prácticas violentas, clientelistas y corruptas que dan al traste con las aspiraciones de las comunidades de salir de la pobreza. El desarrollo no solamente es dinero es la conclusión indiscutible.
En charla con organizaciones de mujeres de tres municipios del sur del Tolima, el tema emergió inmediatamente. ¿Si el desarrollo no es solo lo financiero, qué otros elementos son fundamentales? La conversación se animó y surgieron otros aspectos fundamentales. El desarrollo no es posible si en los territorios no existen organizaciones sociales y comunitarias fuertes y articuladas. El común denominador de éstas, son la extrema debilidad y la poca participación de sus miembros.
Si este es el diagnóstico que aparece fácilmente, hay que trabajar por el fortalecimiento de dichas organizaciones. Hay que desarrollar estrategias para robustecerlas alrededor de su orientación estratégica, su visión y misión. Hay que motivar la participación de las bases e interesarlas en su rol de transformación positiva de los territorios. Se tienen que definir rutinas de encuentro para que las personas se involucren en su dinámica. Generar actividades que comprometan a la gente con su realización. Debe transformarse cada organización en un motor para mover el desarrollo territorial.
La reflexión derivó sobre el tema del liderazgo comunitario y sus dificultades por la baja capacidad de los hombres y mujeres que lo encarnan. Si esto es lo que tenemos, hay que trabajar en procesos formativos que fortalezcan las competencias de las personas que conforman las organizaciones. Se recordó que aún después de muchos procesos de cualificación en liderazgo, su impacto no se refleja en cambios importantes. De una manera crítica se señalaba que líder o lidereza que vaya apareciendo, enseguida es cooptada por los partidos políticos tradicionales. Así, los movimientos políticos engullen liderazgos y los ponen a gravitar alrededor de sus intereses.
La formación es imperativa alrededor no solamente de conocimientos pertinentes y contemporáneos, sino también sobre habilidades y valores éticos. No solamente capacitar a los líderes sobre sus derechos, es necesario poner sobre la mesa la necesidad de los deberes ciudadanos. Acerca de los valores, tema complejo que se relativiza con frecuencia, es conveniente que hablemos de una ética para la convivencia que permita afianzar la paz.
La charla no se agotó aquí, reconociendo que estos elementos son “una pica en Flandes”, faltan algunos que profundizaremos en otro momento y los dejaremos enunciados aquí: la necesidad de contar con agendas de desarrollo de los territorios que son el elemento para la juntanza de todos los actores de una región y, la necesidad de fortalecer las capacidades de las instituciones.
La conversación fue fructífera y quedó insinuada para otros momentos que seguramente muy pronto vendrán.
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