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Se tienen mayores exigencias hoy, en un mundo que se avizora más hostil, cuando se desempeña su labor en medio de la guerra de dos potencias, que ha trascendido en la liberación de un virus que logró encerrar al planeta y elevar la supremacía económica. Hay una guerra comercial que ha trascendido a lo biológico y afectó a todos, cuando nos exige pensar en la tierra como si fuese una isla sin fronteras, para aportarle a la humanidad hoy que vemos que somos una especie que pareciera estar destinada a causar su propia extinción si no transformamos nuestras prácticas, como lo señala Jesús Rojas. Se ha duplicado el trabajo y ha trastornado todas las costumbres hogareñas, los disímiles comportamientos de los niños, los adolescentes o los jóvenes adultos que al otro lado de la pantalla se tornan algunas veces complejos, afectando las emociones de unos y otros. La planeación, las diversas estrategias, la verificación de los enlaces, la transformación inusitada de la clase, el desacelerar el ritmo, el escuchar la queja, el entender las miserias y desigualdades, el disfrutar el canto del gallo, el ladrido del perro, el grito de una madre, el anuncio de la mazamorra, ha hecho parte de la clase, que justamente cuando el estudiante o el maestro abre el micrófono, llega a escuchar. Los textos que denotan la pobreza de nuestros jóvenes o padres de pequeños, no se hacen esperar, por ejemplo, un estudiante precisa: “Vivimos varios compañeros en un mismo apartamento, pero hoy solo vamos a quedar dos de los cinco, porque tres de ellos se van para su pueblo, nos toca asumir a dos personas todos los gastos que antes compartíamos, por lo tanto, no tendré cómo acceder a las clases…” Hoy el educador ha tenido que ganar en sus condiciones, elevar sus pensamientos para la reflexión de lo útil, lo necesario, para comprender la actitud del otro cuando se convierte en un obstáculo para continuar una clase, en la necesidad de entender el ser y de priorizar en un momento el sujeto antes que el saber, sólo así entendemos la urgencia de humanizarnos, de convertir una sesión virtual en un acompañamiento transformador para ese adolescente, o ese joven adulto en la soledad de su hogar, cuando muchas veces no cuenta con el apoyo afectivo siquiera. Destaco de nuestros docentes el interés por seguirse formando, por encontrar respuestas en las fuentes primarias, por cualificarse en la apropiación del idioma universal que permite el conocimiento de investigaciones y de noticias completas y no mutiladas por una mala traducción. Destaco la búsqueda de convertir a nuestros jóvenes en ciudadanos del mundo, sin olvidar la provincia como lo dice Peter Drucker, exponiendo a sus estudiantes al conocimiento de otras culturas, con sus avances, con sus métodos, como un ejemplo de producción científica entre otras múltiples posibilidades. Todo nuestro reconocimiento por las calidades humanas que han aflorado con la esperanza de un mejor mañana. Que el aplauso para nuestros héroes, los maestros, llegue a cada rincón del planeta, de Colombia, del Tolima y de Ibagué.
¡Feliz día del Maestro!
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