La humanidad no podrá seguir siendo la misma

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

Una cita de Jonas Salk expresa que “si desaparecieran todos los insectos de la Tierra, en menos de 50 años, la Tierra desaparecería… Pero, si todos los seres humanos desaparecieran de la Tierra, en menos de 50 años, todas las formas de vida florecería”…
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Nos tiene que hacer pensar en las transformaciones que, con ocasión de esta Crisis humanitaria mundial, tendrá que darse.

Suficientemente hemos dicho, que la humanidad ya no será la misma, que después de lo vivido seremos más empáticos y sensibles, solidarios, respetuosos, amables con la madre Tierra y la naturaleza.

Sin embargo, sigo observando la deshumanización y como constante, la agresión y la violencia con la naturaleza, el descuido con ella y el maltrato no solo a los animales, también  del hombre contra el hombre.

Creí que en las calles, las personas iban a ser distintas, pero veo sujetos que agreden, conductores que siguen atentando contra la seguridad vial, personas que odian de manera visceral, por ideologías, por clases sociales, por discursos, por temores infundados, por creencias, e incluso abusan de los derechos fundamentales de los otros, pareciera que fuera más sencillo odiar que comprender, que discernir o asumir un pensamiento con escepticismo crítico, con ojos interiores que permitan leer más allá de cuanto otros quieren hacer creer, a través del discurso, de la difamación o la búsqueda del desprestigio.

Sin embargo, no perderemos la esperanza de encontrar unas nuevas realidades, que sean testigo de un proceso que no puede pasar inadvertido, que debe quedar en la memoria colectiva para reconocer que las transformaciones son una urgencia, en todos los campos que, como actores sociales del planeta, nos corresponde.

Veo con preocupación, el poco interés de muchos sujetos por formarse como ciudadanos que aporten a la ciudadanía, contribuya al avance y que, en el derecho a ser veedores, prime la objetividad y no los intereses mezquinos.

Sin embargo, entiendo que las necesidades básicas insatisfechas, el fracaso, la falta de afecto, puede llevar a unos u otros a un estado de salud mental irreflexivo, más no por ello, pueden jugar o abusar de los derechos que tienen también quienes hacen parte de la sociedad.

El momento que vivimos debe generar una profunda reflexión personal, colectiva, nacional y mundial, para que no seamos los mismos, de lo contrario no hemos aprendido la lección.

INDIRA ORFA TATIANA ROJAS OVIEDO

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