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En qué momento de esta historia crítica se incrementó la violación de los derechos humanos en todas sus dimensiones, unos y otros restringen en nombre de la vida, envían panfletos para que acaben reuniones tal como ocurrió en el caso de los cincuenta jóvenes universitarios de Samaniego-Nariño, quienes regresaron a su lugar de origen al producirse la crisis que hoy afecta más a unos que a otros en el planeta entero.
Entonces, quienes están por fuera de la ley, se creen con el derecho de exigir, cuando hacen parte de grupos criminales, de quienes aún no se sabe a ciencia cierta quiénes son y qué pretenden.
Hechos como este, donde murieron nueve jóvenes asesinados, se han repetido en dos ocasiones durante lo corrido del mes, haciendo más visible la indefensión en la cual se encuentra la ciudadanía. Coartados de manera mediática, porque es a través de los medios de comunicación que se ejerce el control. ¿Y la protección al ciudadano, en manos de quién queda?
¡Espero que se haga justicia! Ante el desacatamiento de las normas, suficiente con que el gobierno imponga las multas y obre en consecuencia sin desbordar los derechos constitucionales.
Lamento que el acuerdo de paz se haya hecho trizas, que tengamos que volver al miedo, al terror, al odio, a la masacre, a la visibilización superlativa del narcotráfico y de bandas criminales porque todo es susceptible. Lamento el retroceso de nuestro país, el no poder vivir en paz en esta nación privilegiada por donde se le mire y fuertemente afectada por la violencia y la corrupción, con dos principales factores que caracterizan el sistema.
Me duele que cientos de empresarios paulatinamente hayan tenido que cerrar sus puertas, que el turismo que ya era amenazado se haya tenido que borrar de la agenda y que el clima del país no pueda ni siquiera en un momento atípico conservar la paz como un valor urgente para seguir creyendo que es posible y perder el miedo.
El narcotráfico que sigue convirtiendo a Centroamérica y a Colombia, en una carnicería humana a costa de lo cual un grupo de sujetos se convierte cada vez más en poderosos mafiosos que se lucran del dolor ajeno de manera inimaginable.
El país es víctima de problemas endémicos con manejo errado y que en nombre de la pandemia que vivimos, pareciera que todo fuese aceptado. ¡No más impunidad!
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