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También advertimos en el marco de las reuniones de la comisión de competitividad que no bastaba con buscar mejorar los indicadores trabajando sobre los reportes, sino que era fundamental trabajar en las causas que limitan nuestro progreso en competitividad, se podía intuir de entrada que desarrollar un contrato con una firma para que elaborara una estrategia sobre cómo mejorar el índice buscando descubrir fallas en los reportes no era el camino.
También advertí del poco impacto que se tendría al contratar a un reducido equipo para atender la gestión de la competitividad buscando producir más anuncios que hechos concretos. De igual manera, en diferentes ocasiones afirmé que la tarea iba más allá de elaborar los reportes y agendas que la burocracia ministerial pedía.
En medio de una profunda autocrítica debo reconocer que reprobamos el año o si se quiere el periodo.
Me refiero a esto por la nota que publicó el diario el Tiempo sobre lo que será el informe de competitividad departamental que dentro de muy poco se publicará por parte del consejo privado de competitividad y la urgente necesidad de que desde el gobierno departamental se diseñe una estrategia que contemple crear un sistema para la competitividad que explore caminos más allá de las fórmulas ofrecidas por el ministerio de comercio, industria y turismo.
El diario el Tiempo presentó la semana pasada una reseña del estudio Índice de Competitividad Dinámico Departamental elaborado por la Universidad del Rosario en donde el departamento del Tolima tiene uno de los peores índices del país para el periodo 2020-2023.
El índice muestra que la dinámica en competitividad para el departamento es regular, y que con un dato de 0,09% está por debajo de los departamentos vecinos del Huila 0,46%, Caldas 0,59%, y Cundinamarca 0,65%. A los otros departamentos vecinos de Risaralda con 1,29% y Quindío con 1,43% les fue mejor ya que se ubicaron en la escala de índices positivos. El artículo informó que el Tolima también decreció en desarrollo tecnológico.
Así las cosas, lo primero que deberíamos entender los tolimenses es que el informe será un buen insumo para el Plan de Desarrollo departamental, sus resultados podrían guiar una estrategia que trabaje sobre los factores y sus variables, que diseñe claramente una ruta de acción proactiva. Es clave entender que la tarea no se puede concentrar solamente en Ibagué, municipios como el Espinal, Melgar, Líbano, Chaparral y Purificación también necesitan diseñar una estrategia puntual para ellos y los municipios sobre los que tienen influencia.
Finalmente, valdría conocer con detalle la estrategia ejecutada por el sector empresarial del Quindío y buscar transferir a nuestra realidad las acciones exitosas realizadas por ellos.
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