La sesión de instalación del Congreso de la República del pasado 20 de Julio sirvió de foro para escuchar los propósitos tanto del Gobierno nacional y del propio Congreso.
En medio de un gran desgaste ante la opinión pública, causado por las actuaciones durante la aprobación del proyecto de reforma a la justicia, el próximo viernes inicia la tercera legislatura del actual Congreso de la República.
La indignación de los colombianos, originada por la actuación del Congreso de la República la semana pasada, fue tan grande que sacudió el Régimen; se habló de referendos derogatorios, revocatorias del Congreso y Asambleas Constituyentes.
La aprobación de la reforma a la Justicia dejó ver que existe un conjunto de complicidades en la alta dirección del estado, y en particular en un sector del Congreso de la República, que conspira permanentemente contra la moralidad pública y la democracia colombiana.
En Colombia es común encontrar confusiones con relación a la responsabilidad administrativa para resolver problemas locales que tradicionalmente han sido preocupación de las autoridades municipales.
Ser hijo de Jaime Pava, era sin lugar a dudas su gran honor, como para Jaime Pava era un gran orgullo tener a un hijo como Henry Pava Camelo. Lo afirmó porque se lo escuche a los dos, y debo decir que lo oí durante las cantadas de boleros y rancheras, en aquellos momentos en donde realmente se expresan los sentimientos.
Actos terroristas como el cometido en días pasados en Bogotá o el viernes anterior en chaparral no tienen el apoyo popular, por el contrario los responsables de los mismos son rechazados por la sociedad colombiana.
No hay nada más indignante para una nación que aquellos ciudadanos que han logrado el favor popular de representar el pueblo se aprovechen de esa condición para ponerse por encima de la ley. Es más grave, si el ciudadano ha tenido la responsabilidad de formular dichas normas o tiene la obligación de hacerlas respetar.