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La sanación es una acción maravillosa y misericordiosa de la bondad de Dios. Su base es la fe, la vida y la conversión de cada persona. No se puede utilizar la sanación como un medio comercial de llamar la atención y ganar prestigio ante la comunidad. La gente se sana por el amor de Dios, y se convierte en apóstol de su Señor. El Hijo de Dios se ubica en consonancia con la ley de Moisés. Es respetuoso, sabe que está tratando con alguien que fue declarado impuro según la ley judía, (cf Levítico 13, 44). Al mismo tiempo supera el concepto de desprecio de la cultura del momento: toca al enfermo (cf. Marcos 1, 41), la ocasión del milagro tiene su razón de ser. Acogiendo y curando al leproso Jesús revela un nuevo rostro de Dios. Jesús no solamente cura, sino que además quiere que la persona curada pueda convivir de nuevo con los demás. Reintegra la persona a la sociedad.
Una clave para la evangelización es el testimonio de aquel que se ha sanado y se ha convertido en apóstol de aquel que lo sanó. Dios sana porque tú crees en Él, en su poder y en su misericordia y porque comienzas una vida nueva que va a servir de ejemplo para los demás. El Papa emérito Benedicto XVI advertía en su Ángelus Regina Coeli: Jesús es el Siervo del Señor que “cargó con nuestros sufrimientos y soportó nuestros dolores” (Isaías 53, 4). En su pasión llegó a ser como un leproso, hecho impuro por nuestros pecados, separado de Dios: todo esto lo hizo por amor, para obtenernos la reconciliación, el perdón y la salvación. (15 febrero 2009). Cuida tu salud: La bondad de Dios, supera las negligencias de las leyes humanas.
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