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De ahí la importancia de medir las reacciones frente al fraude electoral, casi todas políticamente correctas y valiosas para cerrar el cerco al dictador.
The Wall Street Journal informó sobre una presunta amnistía ofrecida por Estados Unidos a Maduro, chiva que lanzó también Jaime Bayly, ante lo cual la administración Biden, que reconoció el triunfo de González, negó la amnistía y se sumó a la exigencia de publicar las actas.
La Unión Europea, “desinvitada” como observadora, asumió también la corrección política. Borrel, progresista español y responsable de asuntos exteriores, consideró que González “parece ser el ganador” y apoyó la gestión mediadora de Brasil, México y Colombia.
Los españoles del PSOE, al que pertenece Borrel, mandaron como observador a Zapatero, quien, al parecer, nada observó, porque nada dijo, mientras que el silencio de Pedro Sánchez es “ruidoso” y su ministro de exteriores, para atenuarlo, se suma al coro sobre la publicación de las actas y el apoyo a los tres mediadores.
Lula, AMLO y Petro son esos negociadores y, a pesar de su amistad con Maduro, de su membrecía al Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, y de que bloquearon una resolución de la OEA exigiendo la publicación de las actas, prefiero creer que honrarán su condición de “progresistas democráticos” y no se inclinarán por la dictadura; aunque ya hablan de “repetir” elecciones, algo sin precedentes y más desestabilizador
La ONU condena la represión y exige publicación de actas, pero no dudó en dejarse invitar por Maduro, no como Misión de Observación Electoral, sino como panel de expertos sin capacidad de pronunciarse, con lo cual se dejó callar…
Por el contrario, el Centro Carter, demócrata, progresista y, quizás por ello, invitado como observador internacional, fue tajante en que no hay indicio del hackeo denunciado por Maduro; en que González ganó con más del 60% de votos; y en que la elección no se adecuó a estándares internacionales y no puede "ser considerada democrática".
En este análisis faltan, sin embargo, tres actores importantes, dos por su peso geopolítico y uno esencial para la superación de la crisis.
El primero es Rusia, afanoso en reconocer a Maduro, proveedor de armamento a cambio de apoyos y, sobre todo, interesado en otra Cuba cercana a Estados Unidos. El segundo es China, al que Venezuela le debe todo, le vende y le compra todo. Dos aliados comunistas con peso en el Consejo de Seguridad de la veleidosa ONU.
El tercero es esencial, es el “bravo pueblo” que puede cerrar el cerco, más allá de intereses geopolíticos. El futuro de Venezuela y, quizás, la paz en los dos países está en manos de los hermanos venezolanos. No los dejemos solos.
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