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El salario mínimo subió tanto que ahora no sé si comprarme una cerveza para celebrar o guardarla para cuando Petro y el Congreso dejen de tirarse los trastos a la cabeza.
El otro día, un estudiante me miró con ojos de gato abandonado pidiéndome que no lo dejara en 2.9. Le puse 2.99 pensando que ni el milagro de la multiplicación de los panes lo salvaría, y el condenado apareció con 3.1. Debe tener más palancas que político en campaña.
Hablando de políticos, me dijeron que son como las arepas de chocolo: hay que darles vuelta varias veces porque son más falsos que billete de mil pesos. Y es que tienen una diarrea mental tan severa que se les olvida lo que prometieron apenas cruzan la puerta del Capitolio.
Me contó un pajarito – no, no el de Maduro – que en la alcaldía una señora dijo: "Ese profesor es feo pero escribe interesante". Le mandé decir que no sabe lo que estos dedos pueden hacer... con el teclado, claro está.
Este diciembre estuve más solo que Petro en su gabinete, pero menos que los indígenas que cada día pierden más tierra que granos de café en cosecha. Trump amenaza con volver y me pregunto: ¿cuándo hemos tenido buenos tiempos? Es como esperar que los Reyes Magos pasen por Colombia: en vez de regalos, los políticos se llevan hasta las ilusiones en sus maletas diplomáticas.
La economía mejora, dice el gobierno, pero la cerveza y el Uber están más caros que promesa en campaña. Por eso ahora me muevo en mula por la montaña, que al menos ella es honesta cuando no quiere avanzar.
Me duele escribir estas líneas pensando que el 2025 será un año de resistencia. Como van las cosas, mañana hasta me dejarán por fuera del noticiero y esta columna terminará más enterrada que las verdades en Colombia, esas que desenterramos solo para volver a sepultarlas en el olvido gubernamental.
Gracias por leerme un año más. Como dice la canción: "Pico con pico, beso con beso", pero aquí el único embeleso es ver cómo nos siguen tomando el pelo. No seré el mejor columnista, pero como Rigo en el Tour, le echo más ganas que político inaugurando obra en diciembre.
Y si no nos volvemos a leer, recuerden: la envidia de la mala es la que tienen los que prometen y no cumplen, la de la buena es la que me tienen por poder decirles estas verdades sin que me cobren por el IVA del atrevimiento.
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