A defender agua, territorio y vida

Aunque ubicado dentro del llamado Triángulo de Oro, conformado por Bogotá, Medellín y Cali, ciudades con alto y positivo impacto económico, el Tolima no forma parte de esa prosperidad. Sin embargo, es reconocido como proveedor de materias primas, alimentos y mano de obra barata.

Su economía cimentada, primordialmente, en lucro de la tierra y alguna agroindustria, en las últimas décadas ha introducido la famosa minería, controversial renglón porque su explotación choca en negativo con el ecosistema. Y, aunque el monocultivo continuado y el uso de agrotóxicos y transgénicos también generan daños irreversibles, la minería es más letal.

El método más barato para extraer minerales a cielo abierto es la lixiviación. Obtiene un gramo de oro o plata a costa de tonelada y media de material removido mezclado con cianuro y dos toneladas de agua potable. Por la exagerada cantidad requerida, pone en peligro la disponibilidad necesaria para consumo humano, doméstico y producción agroalimentaria.

Además, el líquido queda contaminado con veneno del que sólo se necesita una cucharadita al dos por ciento para matar a una persona, por ende, pone en riesgo la salud. Y, lo peor, debilita la capacidad de comunidades y ecosistema para absorber alteraciones, sin perturbar significativamente sus características. Por tanto, el procedimiento es agresivo, social, cultural y ambientalmente.

No obstante, será la técnica empleada por AngloGold Ashanti, si se le permitiese extraer oro en La Colosa, reserva forestal de Cajamarca. Y, claro, después continuaría con vetas en Rovira, Roncesvalles, Ibagué, Anzoátegui y Quindío. El estudio de tal desatino está en prefactibilidad y en 2013 pasa a factibilidad.

Al aprobarse el proyecto, la construcción de las necesarias obras de ingeniería duraría tres años. Después, empezaría la explotación del más grande yacimiento encontrado, pues alberga 24 millones de auríferas onzas que generarían unos 36 mil millones de dólares. Suma que seduce, despierta codicia y enlaza intereses, en su mayoría, non sanctos.

Los seres humanos tenemos la responsabilidad ineludible de cuidar el medio ambiente en todo el planeta: en este caso, los tolimenses tenemos que custodiar el circundante. Es que los organismos vivos y no vivos que alberga la naturaleza dependen unos de otros y, juntos, dependen de sol, aire y agua.

Por eso, las acciones en detrimento de la salud ecológica, cometida por nosotros o dejada cometer por otros, traen graves consecuencias. La más infame, acabar con la interrelación del ecosistema.

Para saber más del argumento asistamos, del 16 al 19 de octubre, al Festival Ambiental 2012, por la Defensa del Agua, la Vida y el Territorio. Evento que desarrollará tanto intercambio de experiencias como actividades académicas, didácticas y lúdicas. Finalizará el 19, con la Cuarta Marcha Carnaval Sí a la Vida - No a la Mina. No falte.

Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

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