Ochenta años después de nacido Jesús, los evangelistas Lucas y Mateo narraron el suceso. Lucas afirma que fue en pesebrera porque, debido a la multitud que fue al censo ordenado por Augusto Emperador, María y José no encontraron albergue en Belén.
También, que lo arrullaron ángeles y pastores. Mateo agregó magos orientales que, siguiendo una estrella, llegaron hasta el Niño a ofrecerle incienso, mirra y oro. Asno y buey, fueron añadidos 200 años después por Orígenes, teólogo de la Iglesia Griega.
Más adelante, León I, personificó los ángeles como criaturas superiores y los pastores como la humanidad por redimir.
Y, simbolizando pueblos semíticos, asiáticos y africanos, estableció sólo tres magos ofreciendo a Jesús incienso por su naturaleza divina, mirra por encarnar como hombre y oro como Rey de los cielos. El Evangelio apócrifo armenio, los llamó Gaspar, Melchor y Baltazar.
En el siglo IV el nacimiento generó en arte religioso, destacándose por su valor artístico, entre otros, el políptico del Duomo de Milán, creación del siglo V elaborado en marfil y piedras preciosas con evidente influencia oriental.
Y, en cambio de la legendaria fiesta romana “Deus Sol Invictus”, en el mismo siglo, empezaron a festejar la Natividad. A partir del Medioevo, la representación del nacimiento de Belén tomó el nombre latino de pesebre. El que conocemos hoy, según tradición, tiene origen en 1223 cuando San Francisco de Asís lo recreó en vivo en un bosque natural de Greccio-Italia.
El primer pesebre no vivo, data de 1291. Fue esculpido en alabastro por Arnolfo di Cambio y es conservado en Santa María Maggiore-Roma. Como adorno natalicio en templos, a partir de 1400 se acomodaron figuras en madera y terracota, sobre fondos de paisajes montañosos.
El uso fue difundido en Italia, creándose imágenes con movimiento y vestiduras enriquecidas. Tanto, que en Roma se tornó competencia entre familias nobles y adineradas, que ambientaban imponentes pesebres para ser admirados por pobladores y visitantes.
El uso, rápidamente, se extendió por la Europa católica. Además de Italia, fueron baluartes Portugal, sur de Francia y España. En 1600, después de la Reforma Protestante, los Jesuitas lo acogieron como objeto de plegaria, recogimiento e información religiosa. En 1700, el pesebre llegó a Hispanoamérica incluido como método de evangelización por los misioneros. Luego, la tradición, fue difundida en todos los pueblos católicos del mundo.
En 1800, llegó la Ilustración y la secularización, movimientos contra el poder papal y monárquico, en consecuencia, prohibieron los ostentosos pesebres públicos. Entonces, se popularizó iniciando las modestas recreaciones en hogares de gente común. Hoy, según trino del Papa Ratzinger, asno, buey, camellos y estrella, no van. No importa, mientras no quite del pesebre colombiano: nevado de algodón, cascada de celofán, espejo-lago, paticos de plástico, carritos, aviones, casitas, tren eléctrico, mono tamborilero, bombillitos de colores, etc.
Ochenta años después de nacido Jesús, los evangelistas Lucas y Mateo narraron el suceso. Lucas afirma que fue en pesebrera porque, debido a la multitud que fue al censo ordenado por Augusto Emperador, María y José no encontraron albergue en Belén.
Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA
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