En mayoritaria cantidad los jóvenes se caracterizan por colectiva mala educación, grosería e irrespeto a los mayores o a quien represente autoridad, desestimación de problemáticas familiares, conexión inmarcesible a aparatos electrónicos, poca voluntad de comunicación con padres, hermanos, abuelos, tíos y primos. Más desacato a normas sociales, llegando a convertirse en delincuentes cuando ocasionan episodios de violencia y matoneo entre sus congéneres.
Nada los contenta. Toman caminos equivocados. Hablan en jerga vulgar. Exigen indumentaria de marca. Se acicalan exageradamente. Cometen transgresiones y atropellos corporales, con tatuajes y otras modalidades peores. No les importa poner en riesgo su salud, por imitar efímeras corrientes venidas de mundos ajenos, con subculturas de densos y oscuros referentes que los convierten en seres frágiles, inseguros y deformes.
Sucede porque los ‘nuevos papás’, son patrocinadores de las equivocadas acciones de sus ‘nenes’ y no corrigen. Igual sucede en las instituciones educativas. Así mismo, la sociedad es permisiva al imponer necesidades ficticias que empujan al consumismo, tendencia que estimula momentáneos modelos, prácticas y personajillos de dudosa moralidad, que llevan a los muchachos a descarriarse o, incluso, suicidarse, porque encuentran permanente vacío existencial ausente de esencia humana.
A la juventud le falta comunicación emotiva con padres y enseñantes, sintonía entre corazón, pensamiento y comportamiento. También, escasea en fuerza de ánimo y capacidad de reacción positiva ante situaciones difíciles, sentimientos que nos sintonizan con nosotros mismos y evitan que tomemos vías equivocadas. Entonces, para que sigan una senda provechosa, se tiene que educar a los muchachos para que sean ellos mismos, se conserven en contacto con cada parte de su ser y, sobre todo, con la realidad.
Esa actitud de desprecio por todo los lleva a un auténtico nihilismo, corriente donde la vida carece de significado, objetivos, propósitos o valor intrínseco. Y no aceptan costumbres, valores, principios morales, ni acatan autoridad alguna. Por eso, pasan de futuro prometedor a futuro amenazante, situación que influye en deseo de vivir un presente extremo y peligroso. Por la total desorientación que impone el nihilismo, Nietzsche lo clasifica como la más inquietante de todas las corrientes filosóficas. Por ende, es necesario ahuyentarlo.
Para lograrlo hay que enseñar les que existe lo bello y feo, lo luminoso y oscuro, lo tranquilo e inquietante, el bienestar y la escasez, la seguridad y el peligro, etc. Y, además, encaminarlos hacia una visión prometedora de vida, mundo y futuro. Para ello, padres, establecimientos educativos, enseñantes y demás colectivos sociales tienen que trabajar unidos. Y, algo importante, una buena formación evidencia jerarquías y una autoridad que impone límites. Igual, si fuese necesario, aplica castigos que resientan. Si no es así, continuaremos generando engendros con un futuro nada halagador.
En mayoritaria cantidad los jóvenes se caracterizan por colectiva mala educación, grosería e irrespeto a los mayores o a quien represente autoridad, desestimación de problemáticas familiares, conexión inmarcesible a aparatos electrónicos, poca voluntad de comunicación con padres, hermanos, abuelos, tíos y primos.
Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA
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