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Van quedando improntas que dan cuenta de que tan en serio se toman con su actuar, las propuestas de cambio y sobre la administración pública quienes están en el debate en busca de los voticos a la presidencia de la república.
Lo primero que hay que decir es que no se entiende la falta de coherencia de algunos criticando y vilipendiando ya a Ingrid Betancur, por la decisión que tomó en cuanto alejarse de la Coalición de la Esperanza, por reclamar que se hicieran las cosas como supuestamente debían ser y rechazar las maquinarias politiqueras de siempre, a los electoreros de oficio, los vividores del Estado y que ahora se arriman a Alejandro Gaviria, recibiéndolos éste con beso y abrazo. Ingrid tiene razón en pedir decencia y ser consecuentes con el proyecto político presentado a los colombianos; claro está que lo hizo un poco tarde al reclamar una supuesta falta de reglas claras, las cuales desde el principio debió preguntar, conocer y aceptar y no ahora a un mes largo de la primera justa electoral. Ese es el problema de que venga a hacer política solo de cuando en cuando (cada cuatro años), y lo haga desde Bogotá y a través de los medios de comunicación sin recorrer la provincia o conocer la realidad de las regiones y, pese a eso, aceptar acuerdos rapiditos para tomarse la foto.
A propósito, de mujeres en esta campaña, vale la pena destacar el buen papel, la grata sorpresa que ha dado Francia Márquez en los espacios donde le han permitido presentarse para enfatizar sus propuestas y desarrollar sus ideas en un estilo acampechado y directo. Expresiva, sin protocolos, hablando desde el corazón, sin duda es una mujer valiosa en estos tiempos y mucho más por atreverse a incomodar con su sola presencia de negra (afrocolombiana, pues), mujer, provinciana y pobre, que no se deja deslumbrar ni intimidar en esos escenarios por la cofradía de machos políticos que creen saberlo todo y tener soluciones a todo, incluido Petro que es la vedete de esta contienda, a quien ella es capaz de hablarle de tú a tú como otro más –como debe ser- con la frescura y tranquilidad de quien se sabe “resiliente”.
A propósito de Petro, sin duda es quien va ganando cuanto encuentro, debate y foro se hace. Marca la diferencia entre la montonera. Como será que hasta el play muchacho Juan M. Galán hizo el parapeto de encararlo públicamente, pero se le fue achicando de a poco. No cabe duda que Petro es un hombre preparado y estudioso, locuaz y sobre todo que sigue recogiendo el sentimiento antiestablecimiento y antisistema que se palpa y traspira por doquier y que ningún otro ha logrado hacer con tal contundencia. Sigue fortaleciendo su hálito de ganador y por eso ya deja notar sin vergüenza alguna el tufillo de emperadorcito, de reyezuelo egocéntrico, de dictador radical que se siente imbatible hasta ahora.
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