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Asistimos a actos políticos protagonizados por los mismos de siempre (Roy, Prada, Benedetti…), haciendo lo que ya venían haciendo, al igual que unos líderes del “cambio” en grotescas escenas públicas cual borrachos en feria abusando del poder y como si fuera poco ministras intemperantes que en vez de contestar los interrogantes periodísticos simples sobre su cartera, salen corriendo acompañadas de su inflado ego y exhibiendo una falsa superioridad moral e intelectual.
Y lo peor de todo, un orden público que se deteriora a raudales y una percepción de inseguridad disparada en todo, especialmente en las capitales, por causas reales o artificiales, recreadas, escenificadas producto de la realidad económica y social que hoy vive el país.
Ojo. Nada de esto quiere decir que extrañe el Gobierno anterior, Dios me libre. Pero sí que en 30 días es bueno que el Gobierno muestre su liderazgo en temas sensibles y de alto valor para la ciudadanía, como el de inseguridad y atentados contra miembros de la Fuerza Pública.
Si son finqueros, ganaderos, terratenientes, grandes industriales, banqueros, narcotraficantes, traquetos con cuadrillas de asesinos a sueldo, mercenarios, “manzanitas repodridas” de las mismas Fuerzas Militares y policiales los que están realizando este tipo de ataques viles y cobardes para desestabilizar el Gobierno, crear pánico, desconfianza en la ciudadanía y desmotivar a los miembros de esa Fuerza Pública que quieran un cambio, es necesario investigarlo y comunicarlo.
Si hay expresidentes, políticos, funcionarios corruptos, clanes políticos, partidos políticos, líderes recalcitrantes de la derecha, extrema derecha u otros sectores de quienes se conocen sus nombres y apellidos como promotores o autores intelectuales es menester aclararlo ya, sin el me dijeron, se comenta o fuentes anónimas contaron.
Pero para eso se requiere rigurosidad, seriedad, precisión de parte de los organismos responsables del tema en la nación, porque no hay duda de que este es un momento altamente delicado para la estabilidad misma del orden público y político colombiano, por la dimensión de la forma, visión y objetivos que el nuevo gobierno del presidente Petro concibe como sus prioridades, las del Estado mismo y las apuestas respecto al país en lo productivo y lo social.
Nada más peligroso hoy que salidas en falso en señalamientos y conclusiones a la ligera sobre autores y motivaciones, y mucho menos sobre endilgar responsabilidades. Pero igualmente peligroso sacar de la manga, como el mago, inventos como movilizaciones sociales para apoyar reformas tributarias; ese acto infantil y con un tufillo de soberbia, es como quien desde una fiesta provoca a un panal de abejas tirándole una piedra, sin saber ni cuántas saldrán a picar ni hacia a donde lo harán.
Como igual de delicada es la actitud mostrada hasta ahora de un Ministro de Defensa que se nota timorato en aspectos como repudiar con contundencia y carácter los atentados a miembros de la Policía y la Fuerza Pública. No hace bien que un Ministro esté casi absorto por temas estrictamente del marco de la teoría del derecho y de los derechos humanos, no puede seguir actuando como un brillante magistrado –que lo fue- si no pasar a marchar acompañado con las Fuerzas Militares que están bajo su mando, delinear las nuevas directrices en materia de preservar el orden público, la seguridad ciudadana, la paz total y la vida de los colombianos (incluidos militares y policías). A propósito, la inseguridad pareciera estar escalando en el territorio nacional (ciudades capitales como Bogotá e Ibagué son muestras), sea o no por fuerzas oscuras interesadas en ello, es deber dar mensajes de confianza y tranquilidad al respecto.
Tampoco es correcto ni lógico permitir que el país se siga llenando de fuegos artificiales y no me refiero a los pirotécnicos o los multicolores que se dibujan en el cielo al ser lanzados. No. Hablo de ese fuego de armas letales, que matan, intimidan y hacen daño; y que podrían estar prendiéndose artificiosamente contra la propia Fuerza Pública, líderes sociales, el Gobierno nacional y los ciudadanos colombianos. Igualmente, no es bueno que el Gobierno en su staff pleno se la vaya a pasar viajando de punto en punto de la geografía nacional en actitud de bombero apagando incendios o extinguiendo conatos de orden público; su deber principal es encontrar la mecha y los barriles para evitar que explote más pólvora, precisamente esa que sí está cumpliendo su tarea estruendosa y alarmante por todas partes de la nación.
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