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Basta con dar un vistazo a la carrera Quinta desde la calle 10 hasta el Éxito de la calle 80 o el Topacio, pasando por la 25, la 37 o la 60 para comprobarlo. Por la calle 15 desde la 5 a la primera, cerca a la Terminal de Transportes o en cualquiera de las plazas de mercado.
Ese especie de “uber en dos llantas” ofrece el servicio a dos mil pesos, 500 menos que una pasaje en buseta y se ha convertido en alternativa de movilización en la ciudad. Más allá de que sea ilegal, lo cierto es que ante la falta de oportunidades laborales muchos jóvenes ibaguereños han encontrado allí una fuente de ingresos y un modo de subsistencia.
Claro que es peligroso, claro que es un riesgo por la inseguridad que puede generar al ser aprovechado por delincuentes atracadores o por el no cubrimiento de un accidente de llegarse a presentar y seguramente hasta insalubre por la cantidad de personas que pueden usar ese caso al día; pero sin duda es una actividad que cada día gana más y más espacio en las calles y carreras de Ibagué. Jóvenes mensajeros domiciliarios, combinan su actividad principal con esta otro o lo están haciendo en jornadas contrarias a esa laboar.
¿Qué cuantos son? ¿Dónde están? ¿En qué lugares? Es muy difícil saberlo con precisión, lo cierto es que es una de esas realidades que a fuerza de presencia se va haciendo paisaje común en las avenidas de Ibagué y que entró a competir fuertemente con el transporte colectivo de busetas, de taxis y hasta con los propios uber.
Soluciones, salidas, alternativas es parte de lo que se debe comenzar a pensar desde ahora que la situación parece no estar totalmente descontrolada porque por más operativos relámpago, sorpresa o controles a distintas horas, lo cierto es que primero se generará un desgaste en las unidades de tránsito que un control real a un hecho que llegó para quedarse. Al menos que a esa masa de personas que salen a rebuscarse la comida ofertando ese servicio público–recordemos que según el DANE Ibagué es de los lugares del país donde un gran número de familias solo come una vez al día- se les brinden alternativas reales y formales de trabajo o que la fuerza laboral crezca tanto que el mercado los absorba.
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