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Lo digo porque por lo menos 25 mil millones de pesos de recursos en cuentas de la Gobernación del Tolima, mantenían unos bancos bloqueados o congelados porque sí o a lo mejor esperando a que se dieran cuenta y se los reclamarán, creo.
Resulta que por la acción que hacen ellos -los bancos- respecto de medidas cautelares o de embargo, ordenadas por un juez o la justicia contra entidades públicas, como prevención congelan las cuentas que tengan recursos. Todo indica que en nuestro despelotado y desarticulado sistema estatal se envía la información a todas las entidades bancarias para que procedan a cumplir el mandato judicial, así sea solo sobre una, al final, sobre la que realmente se aplique efectivamente dicho congelamiento; pero al parecer, los bancos hondos y orondos deciden bloquear a raja tabla sin preguntarse o indagar entre sí y en su propio sistema financiero, si ya alguien congeló una cuenta por aquella orden particular del juez, si hizo efectivo el congelamiento de los dineros públicos solicitado.
Es decir, los bancos congelan automáticamente y deje así. Desde ese momento no quedan ya disponibles para la entidad estatal, en este caso la Gobernación del Tolima. El nuevo Gobierno departamental, en cabeza de Hacienda y Tesorería, al percatarse de la no disponibilidad de tal cantidad en sus haberes, comenzó la titánica tarea de reclamar y desenmarañar para poder usar e invertir esa plata pública, que es de todos.
Ahora bien, resulta que al parecer 15 mil millones andaban congelados en el Banco de Bogotá, y otros miles en BVBA, Davivienda y AVVillas, hasta completar los 25 mil millones de pesos. Adicionalmente a esto, hasta la propia Contraloría resulta poniendo los ojos respecto a esos dineros congelados, porque se crea una especie de doble cuenta sobre los mismos, porque una parte de los recursos se pueden disponer y otras no, generando el ente de control la observación pertinente ante el enredo.
Pero, adicionalmente, para poder recuperar su propio dinero depositado en los bancos, la Gobernación debió oficiar banco a banco solicitando información sobre el porqué de esos recursos bloqueados o congelados y pidiendo la relación detallada con los soportes, de los procesos judiciales por los cuales se tomó dicha medida.
Pero eso no bastó para desbloquear las cuentas, entonces debió cumplirse una reunión posterior del propio equipo jurídico y financiero de la Gobernación, presidida por la Gobernadora del Tolima, con gerentes y representantes de los bancos para que detallarán caso a caso los supuestos embargos u órdenes que no permitían girar esos dineros.
Y ¡oh, Sorpresa! De un momento a otro luego del encuentro, colorín colorado, los recursos estaban desbloqueados; disponibles a un click de distancia para la Gobernación, es decir, ahora sí podía disponer de su propia plata -bueno, de la plata pública de todos- depositada en los bancos desde el año anterior.
Cuando me enteré de tal situación tan sui generis para mí, mientras participaba de una reunión en función de tareas de universidad-empresa-estado, me saltaron preguntas simples y obvias: ¿Por qué no avisan los bancos sobre eso apenas llega un nuevo gobierno, sea cual fuere? ¿Qué hicieron con esa plata esos 45 días o fueron muchos más desde el 2023? ¿ A cuánto equivalen los rendimientos financieros de 25 mil millones en esos días, se supone, en favor de los tolimenses? ¿ Qué hubiera pasado si no se hace el reclamo de oficio y la reunión? ¿Con base en qué estaban retenidos y sobre qué soporte real y procesos judiciales? ¿Prestaron los bancos esa plata, la pusieron a trabajar o apalancar inversiones privadas o públicas? ¿Les dieron uso para préstamos? ¿Se movieron de esas cuentas a otras esos miles de millones? En fin. Ojalá todo tenga rápida y clara respuesta al ser dineros de todos los contribuyentes. ¿Cuántos casos más como estos estarán presentándose en otras entidades estatales de la región?
Y en el caso de la Gobernación del Tolima, al parecer, la situación no pararía allí, porque siguen en estudio otros congelamientos, cuyo valor podría alcanzar los 60 mil millones de pesos o algo más.
En fin, por ahora será seguir ahorrando en el tarrito de las monedas y poniendo billeticos estirados debajo del colchón, al menos ahí los puede uno disponer sin que otro por x o y se los retenga y congele por meses, y luego me toque oficiar y reunirme para que me los den.
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