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Así reza el título del portal informativo Semana, sobre lo que podría sufrir el país en no muy poco tiempo. A propósito del racionamiento de agua en el que entró Bogotá hace tres días, que durará 55 y que no se presentaba en la capital del país desde hace 40 años.
Son casi 10 millones de personas que habitan en Bogotá las afectadas por los cortes, sin tener en cuenta a las de los municipios que hacen parte del área metropolitana o de quienes dependen del Acueducto de Bogotá para el suministro del líquido vital; o lo peor, de todos aquellos municipios de la sabana que lo hacen de las mismas fuentes hídricas y embalses que abastecen a la capital y hoy están secas, entre ellos: San Rafael, Chingaza y Chuza.
Pero más allá del titular aterrador sobre la predicción de la IA que, por supuesto, no es infalible y se trata de una construcción de escenarios probabilísticos basados en métricas, variables e informaciones numéricas presentes y anteriores, empaquetadas en la estructura metodológica de un documento de investigación a través de la programación en sistemas, lo que sí debe es encender las alarmas de todos nosotros frente a una realidad que cada día es más evidente: el cambio climático, la escasez de agua, la locura de las altas temperaturas seguidas de temporadas de torrenciales aguaceros que generan deslaves y remoción de tierra en masa.
Además, estamos consumiendo, gastando y desperdiciando agua como nunca antes. Andamos en una carrera de contaminación de afluentes sin precedentes y creímos que ese abuso absurdo e irracional del consumismo no nos pasaría factura y que se arreglaría a través de videítos en tik- tok, pero pues no es así.
Y más allá del jueguito politiquero e inoficioso en tono imperial entre señores en o del poder político de estos últimos días, a propósito de una Bogotá con racionamiento de agua; con el Presidente Petro echando culpas, pontificando y diciendo que él lo hizo divinamente en ese tema cuando fue Alcalde de esa ciudad, o los otros diciendo que todo es culpa del actual mandatario de los colombianos porque sí y utilizando los medios para eso, o de las bodegas activadas para culpar a Uribe, Duque, Santos y hasta Pastrana padre, que ya está más que muerto de ese racionamiento; lo que hay que hacer es un serio ejercicio de prospectiva sobre el particular, de cuáles son las amenazas reales, qué debe hacerse para prevenir la catástrofe y en dónde, cuánto vale, qué medidas legales y políticas de Estado deben tomarse para frenar el avance desastroso hacia la tragedia de falta de agua.
Es curioso que en esta situación, que dio un golpe de realidad al país sobre su futuro en un tema que de verdad es vital como lo es el del agua para la vida misma, la calidad de esta y el asegurar a través de ella mejores condiciones saludables y económicas para muchos, pues quienes guarden más silencio sean las autoridades ambientales de orden nacional, los institutos especializados, la academia, los centros de investigación y pensamiento, todos como espectadores de piedra cediendo el debate a políticos de oficio, a profesionales de lo electoral, sin detenerse a pensar las consecuencias de su mutismo.
Con ello dejan servido a la opinión “ideogelizada”, por no decir “idiotizada”, con las estrategias de cómo generar más miedo u odio aprovechando un tema tan delicado como la escasez de agua, el sacar réditos en imagen o en votos en el corto plazo. Esa, la actitud silenciosa y casi licenciosa de autoridades, colectivos ambientalistas, academia y expertos mantenida en estos días es de la mayor irresponsabilidad y “degeneramiento” en la esfera de lo público.
Esperamos que de verdad comience esta semana un debate profundo y argumentado sobre el tema, de cómo afrontarlo en el mediano y largo plazo, de acciones y decisiones políticas para evitar vivir una sequía sin vuelta atrás o condenarnos por inacción a morirnos de sed.
Por ahora, la invitación a una discusión medianamente seria que he visto que se propone para tratar de paliar el tema, hacer visible su importancia y dar un campanazo de alerta sobre la importancia del agua, de cuidar los páramos, los bosques de niebla y todos aquellos lugares donde se produce agua y oxígeno en Colombia, ha sido la de la Gobernadora Adriana Magali Matiz, convocando a que se realice una cumbre Suramericana en Defensa de la Cordillera de Los Andes, del agua y la vida. A debatir sobre el avance de la frontera agrícola y ganadera en esta cordillera, de la exagerada urbanización que se vive en sus montañas, sobre qué medidas tomar para proteger más áreas productoras de agua, el cómo incluir el uso de la tecnología en su cuidado y para la preservación de eco y microsistemas vitales, de la flora, la fauna y las especies nativas que hoy están amenazadas.
Que bien que esa discusión la propongamos desde estas tierras tolimenses para Colombia y el mundo, dada la importancia que representan Los Andes para la supervivencia de millones de Latinoamericanos; y que esa discusión pública y abierta, a través de una ponencia sobre el tema, se pueda dar en la COP 16 que se desarrollará en Cali en octubre próximo. Amanecerá y veremos. Ojalá más iniciativas de este tipo se den a lo largo del país y del continente, para generar más conciencia ciudadana y política sobre cómo proteger grandes extensiones tomadas y explotadas irresponsablemente por el hombre, antes de que sea demasiado tarde para las presentes y las generaciones futuras.
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