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Con esta reforma a las pesiones está sucediendo lo mismo que con la de la salud; la pelea, el pataleo y la puja es por quien maneja la plata. En la salud, la de la intermeciación, en las pensiones, la operación financiera del dinero de quienes ahorramos. Así de sencillo, póngale el disfraz que quieran.
Esta reforma pensional no toca los regímenes especiales de congresistas, magistrados, presidente, fuerzas militares y hasta magisterio. Siguen incólumenes. Perjudica de frente a los jóves y todo aquel que quiera un pensión digna y no miserable.
Uno, porque limita los montos de cotización del sistema público y dos porque no olbliga a los Fondos Privados a que le den a los pensionados el dinero constante y sonante, con intereses, rendimientos, utilidades de todos los negocios e inversiones que hicieron con su plata a lo largo de la cotización. Es el viejo estilo de pensemiento de que crear equidad es repartir pobreza por igual.
Una reforma que en filosofía y propósito pasa el año, pero que en realidad no soluciona nada, como la mayoría que hemos visto de este y los anteriores gobiernos del país.
La fórmula y solución para esta y otras reformas es simple: Reducir el tamaño del Estado central, mayor descentralización y autonomía presupuestal y financiera para las regiones, no crear más burocracia con la invesión de ministerios, direcciones, gerencias, institutos y consejerías inncesarias, por no decir inutiles.
La platica que no se roban ni malgastan desde el nivel ejecutivo alcanza y los impuestos y regalías usufructo de bienes de la Nación deberían ser para inversión pública necesaria, que ya todos sabemos dónde y en qué. Punto final.
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