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De manera ácida pero irrefutablemente cierta, nos recordaron que mientras la casa está de rumba, la Concha Acústica a se derrumba, a la vista de todos, sin que la mayoría y los administradores locales de manera cierta y real hagan nada más que vericuetos jurídicos, parsimoniosos procesos administrativos, enredos procedimentales y anuncios, promesas y más anuncios de “salvarla”, mientras con sorna parecen dejarla derruir.
Pareciera que estamos sufriendo de una cómoda amnesia frente a simbólico parque y referente cultural de nuestra identidad, que sin duda contribuyó y fue el corazón de las festividades de junio y contribuyó a que se mantengan y gocen del reconocimiento que hoy tienen. La Concha Acústica tiene un lugar de honor en la historia del Festival Folclórico Colombia y no se puede ocultar.
Este lugar no merece una muerte de segunda y lenta como a la que perece la están sometido. Qué ibaguereño no tiene una foto en la Concha Acústica, plasmado un bello recuerdo de un momento alegre en sus frías, carrasposas e incómodas escaleras. La Concha necesita recuperar su resplandor, su belleza, ser remodelada y de nuevo vivir como lugar para el sano esparcimiento musical, folclórico y cultural.
Es triste pero como sucede siempre, la gran tragedia cayó sobre ella -la Concha- cuando politiqueros y corruptos pusieron sus ojos allí con cuentos peregrinos de grandielocuencia dizque para hacerla el gran espacio verde y moderno de la ciudad; pues bien, hasta ahí llegó su vida. La marchitaron como pasa con casi todo lo que hacen y tocan.
Si necesitamos una tarea conjunta, algo que nos una, es exigir la recuperación inmediata de la Concha Acústica; es poco menos que vergonzoso que la imagen que se lleve cualquier visitante de esta ciudad que vaya hacia el Panóptico o ingrese al Centro por la calle 10, sea ese tétrico cuadro de abandono y dejadez en que se tiene la Concha Acústica Garzón y Collazos; y lo más irónico, que lleve el nombre de dos de los grandes exponentes de la música colombiana que contribuyeron con su voz y talento al reforzamiento del nombre de Ibagué como Capital Musical, lo que hoy parece importar poco.
Estos son buenos días de celebración vernácula, fiestas, tradición, comercio, generar algo de empleos temporales que a todos nos sirven, pero también es un buen momento para tener un poquito de conciencia y que ojalá algo de esos dividendos colectivos en lo público y lo privado, fueran para constituir la base de una ConchaTón, una jornada cívica de recolección para no permitir que se siga cayendo a pedazos ese lugar y se transite a convertirse en vago recuerdo de algo que fue bonito.
No nos hagamos los desentendidos, hablemos de la Concha Acústica, tengamos algo de grandeza y amor real por esta ciudad. Y no acudamos al cuento de los mediocres de “este no es momento, esperemos a que pasen la fiestas para no dar mala imagen”. Pues les tengo noticias, que peor mala imagen que un lugar en ruinas a la vista de todos en pleno eje cultural del centro ibaguereño.
La Concha muere, muere la Concha.
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