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Dijo el técnico gaucho que a nuestra selección “le sobran delanteros y eso en el mundo del fútbol no es común. Es un equipo que tiene más de una opción para cada puesto y no hay mucha diferencia entre el que inicia y respecto al que ingresa. El jugador colombiano ha sufrido una transformación porque juegan en las mejores ligas del mundo y compiten con naturalidad”.
Y razón tiene Bielsa y excelente definición la que da, más allá de los desatinados comentarios de los que estamos saturados de “refisal” Hernández, el calvo Vélez y su veneno y varios lametraseros comentaristas quienes hablan cosas que nadie ve en el partido ni en lo táctico ni de los jugadores de la selección, pues se dedican es a hablar y hablar y a la farándula y la especulación de la vida de cada jugador.
Digo entonces que buen comentario el de Bielsa que también recoge lo que nos merecíamos ver con admiración, delicia y regocijo: una selección Colombia dejándonos a todos -los que poco sabemos y los que sí saben bastante de fútbol- con un buen sabor, no en la boca sino en el espíritu; ese sentimiento colectivo de alegría al verlos jugar. Vemos un equipo de buenos resultados, pero que se nota tiene garra, ganas, mucha intensidad, mantiene el control del balón y de los tiempos del partido, que de verdad para expertos e inexpertos es satisfactorio observarlos en el campo de juego. Recuerda un poco a la selección de 2014 y a la de los 90, pero que algo especial, como más aterrizada, más humilde y menos propensa a cantos de sirenas deportivas.
Más allá de estar en la semifinal de la Copa América, del reciente triunfo 5 a 0 frente a la selección Panamá o de los buenos resultados de 27 invictos, de los cuales 24 son de la era de Néstor Lorenzo -me parece-;, creo, de verdad que nos merecíamos ser espectadores y “catadores” de semejante espectáculo de buen fútbol, de juego bonito en una selección. Con ello no voy a decir que entonces ya nos ganamos esta Copa América 2024 o que aseguramos el paso al Campeonato Mundial de Fútbol y que si no se logra eso, entonces que manada de perdedores, que les sobró aire en la camiseta o no se qué bobadas, que nacen de la decepción y de la rabia natural al perder, impulsada bajo la batuta odiosa o insulsa de opinadores de este deporte. No. Me refiero simplemente a este momento, al hoy, lo que venimos viendo en eliminatorias, en partidos preparatorios y ahora en la Copa América, a un equipo con pundonor, que se ve que sus jugadores se están gozando lo que hacen, andan concentrados, que tienen el ego controlado, no se dejan desconcentrar por falsos halagos o por las piedras lanzadas desde los medios de comunicación o en las redes sociales y eso hasta ahora es lo que han demostrado a través de los partidos jugados. Ojalá sigan así.
A nosotros nos resta seguir apoyándolos, disfrutando ese bonito juego, del que vamos a poder hablar y acordarnos dentro de unos años frente a lo alegre y bonito desplegado por esos muchachos y no tan muchachos, para esta selección Colombia y en la Copa América 2024, que vuelve una sola fiesta este dividido país.
Muy pocas veces -o creo que hasta ahora ninguna- en este espacio de opinión, que ustedes amablemente leen, escribo sobre fútbol; uno, porque no soy experto, y dos, porque respeto mucho los análisis de quienes lo hacen con profundidad, seriedad, profesionalismo y mucho estudio en el mundo del periodismo deportivo y del fútbol, pero creo justo que desde la esquinita que cada uno de nosotros tiene se hable de estas cosas y de emociones personales y grupales bonitas, de esos momentos de solaz, que ahora con un buen juego, nos da la Selección Colombia de fútbol. Sí, Sí, Colombia, sí, sí. A gozarrr.
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