Un nuevo Planadas; del café

Nelson Germán Sánchez

“Yo creo que nada sucede por casualidad ¿sabes? Que, en el fondo, las cosas tienen su plan secreto, aunque nosotros no lo entendamos” Carlos Ruiz Zafón, en la Sombra del Viento.
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Llegar a Planadas nunca fue fácil, aún no lo es. Aunque antes eran 18, 16 o 14 horas de recorrido por una trocha y hoy son 4 por una carretera en buen estado y en algunos otros tramos intervenida con maquinaria de obra pública, aún son curvas, curvas y más curvas para llegar al punto más al sur donde comienza el mapa del Tolima, en límites con Huila y Cauca. Al recorrer una vía tan sinuosa, encañonada y estrecha no es difícil imaginar porque fue tan fácil mantener el municipio y la zona abandonada y volverla caldo de cultivo para la guerrilla y la violencia. 

Una situación que empezó a cambiar y mejorar hace apenas unos 18 años cuando la Gobernación del Tolima puso sus ojos allí. Entonces hacerla visible, apropiarse de su reclamo social, enfrentar con contundencia a la guerrilla y sobre todo presionar por inversión social desde lo regional, lo nacional y lo internacional fue clave para dar el vuelco y dejar espacio a apuestas productivas como el café, muy distintas a las armas y la guerra pululante.     

Si en 1964 luego de la muerte del guerrillero Charro Negro, el también subversivo Manuel Marulanda no hubiera enviado una carta pidiendo inversión social para esta hermosa región de Colombia, y el presidente Guillermo León Valencia no la hubiera ignorado, tal vez la guerrilla de las FARC no existirían, ni la impronta de Marquetalia y el estigma sobre quienes poblaron esas montañas y las hicieron productivas contra todo pronóstico. Quizá, sin ese capítulo de la historia nos hubiéramos ahorrado ríos de dolor y miseria para Planadas y el país entero, eso es cierto. 

Pero sin ello, tampoco hoy podríamos decir al mundo que hay un nuevo Planadas. Reconocer la templanza de su gente, la pujanza de sus cultivadores y la riqueza bien explotada de sus suelos por campesinos e indígenas cafeteros, quienes los tienen en el radar del planeta como un lugar rico en la producción de cafés especiales y de alta calidad. Así lo constaté estos tres días en la Feria Internacional del Café, a la cual tuve la oportunidad de asistir como parte de la delegación de la Universidad del Tolima-UT, para acompañar la agenda académica del evento y lanzar la marca propia de café UT -Guadaleja-, una iniciativa para apoyar a emprendedores ex alumnos y alumnos que estén apostando por la caficultura. 

En fin, al recorrer esas tres largas calles que conforman Planadas desde donde la corta la pista aérea hacia arriba, podríamos señalarlo como un municipio desde donde se exporta el mejor café del mundo de la mano de jóvenes inquietos y adultos resilientes, quienes con esfuerzo y trabajo honesto dieron la vuelta a su propia realidad. No nos equivoquemos, no lo hicieron por un golpe de suerte, si no por su actitud disciplinada, creativa y laboriosa, que ahora se ve y se respira en los nuevos negocios que allí florecen y en la actitud de las personas con las que se conversa en la calle. Ese es el nuevo Planadas, no porque los fusiles hayan dejado de sonar, sino porque fueron inteligentemente reemplazados por arbustos y cafetos, por asociatividad, por siembra nueva, por capacitación y por transformación del café. Ello se siente en los nuevos cafés abiertos al público cerca al parque principal Los Fundadores, donde se cambió el lenguaje de la guerra por el idioma de los negocios. 

Sin duda hay un nuevo Planadas. El de hoy, con la de mayor extensión de cafetales del Tolima, la esquina más al sur del mapa del departamento donde entran dólares, extranjeros, negocios y oportunidades para las familias cafeteras. El nuevo Planadas que uno ve y siente allí, que es como un corazón que late fuerte dentro del mismo Corazón Cafetero de los Andes, es más visible gracias a esa Feria Internacional del Café, Expotolima -Corazón Cafetero de Colombia- realizada por la Gobernación del departamento, que sigue abriendo enormes posibilidades en el mercado internacional al grano y, por supuesto, a todas las familias cafeteras de Colombia y planadunas, quienes hacen parte de los 650 municipios cafeteros y 550.000 mil hogares que viven de esta actividad en Colombia. En nuestro departamento, por ejemplo, hay 62 mil 500 familias cafeteras, en 37 de nuestros 47 municipios y tenemos 106 mil hectáreas cultivadas según cifras al cierre del año pasado y se espera llegar a 116 mil hectáreas y hacer del Tolima el segundo departamento cafetero del país.

Al parecer, en Planadas no se trató solamente de sembrar por sembrar, si no de renovar cafetos, robustecer el sector y apostar por la capacitación y la innovación para mejorar las técnicas, las variedades, los procesos y las ventas. Sin impedimento para sus ganas de aprender, mejorar, cambiar y avanzar en sus objetivos personales, profesionales y familiares; con el buen propósito de mejorar la calidad de vida y seguir haciendo que los jóvenes se quedan amando y produciendo en el campo, en lo rural, en las fincas, pero con mejor calidad de vida y posibilidades de bienestar, como efectivamente viene pasando en Planadas; según un estudio hecho por la Universidad del Tolima, es ese municipio el que menos jóvenes expulsa y de donde menos se quieren ir las nuevas generaciones. Lo que se ve allí es un nuevo campesino cafetero que dice con orgullo que lo es, porque ya no es sinónimo de pesadumbre ni dificultades si no de posibilidades y alegría.      

Buscan que ese parque Los Fundadores, esas calles desordenadas y esos negocios, se mantengan repletos de vida comercial, de negociaciones e intercambios de experiencias; que ojalá esta feria internacional cafetera traiga una especie de segunda fase, que les permita entrar al top del circuito colombiano en el que se exporta café a más de 110 países. Por supuesto, un gran reto para ellos, su creatividad e ingenio. Es menester hacer de la nueva Planadas, la capital cafetera de Colombia o la capital de Suramérica en ventas de cafés especiales. 

Ojalá se saquen todos los réditos posibles de este enorme esfuerzo de las autoridades departamentales, cafeteras y locales para llevar a cabo esa Feria, pese a las dificultades de acceso, logísticas, alojamiento y espacios escasos para grandes eventos. Que fueron evidentes, pero no impedimentos.

El haber hecho la Feria Internacional de Café en Planadas es, simbólicamente, la instalación de una primera piedra de lo que ojalá sea una nueva Planadas: esa del progreso continuo, del bienestar y la Paz real. Que este impulso no se pierda. Pero claro, eso depende en mucha medida de ellos mismos, otra vez, así como lo hicieron para salir de su estigma histórico del conflicto armado colombiano. Y de que el Estado desde lo departamental, nacional y local, los siga acompañando.       

 

Nelson Germán Sánchez Pérez -Gersan-

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