Un contrato para la paz

Besos, abrazos, sonrisas y muchas fotos concedió nuestro presidente Santos a los asistentes a la firma del contrato plan para el sur del Tolima, suscrito el pasado sábado en el municipio de Coyaima; por un momento me pareció verlo como un político “encampañado”.

Besos, abrazos, sonrisas y muchas fotos concedió nuestro presidente Santos a los asistentes a la firma del contrato plan para el sur del Tolima, suscrito el pasado sábado en el municipio de Coyaima; por un momento me pareció verlo como un político “encampañado”, pero después del evento sencillamente me sentí tranquilo y satisfecho por notar sinceridad en sus palabras y sobre todo por la justicia contenida en ellas. Si, aunque en otras oportunidades he criticado con firmeza algunos temas que a mi juicio han lesionado al pueblo colombiano como la recién aprobada reforma tributaria o las tibias posiciones frente a la política de seguridad, debo reconocer como tolimense que el sábado en Coyaima vi un presidente realmente consciente de la innegable realidad que ha aturdido al sur de mi departamento desde hace más de 50 años, y que lo ha llevado a consumirse en los más abrumadores niveles de pobreza, desigualdad e injusticia social. Pude ver un mandatario compasivo con los miles de tolimenses que han tenido que ser víctimas de tantas atrocidades que trae consigo la violencia, que tuvieron que soportar el separarse forzosamente de sus hijos porque la guerra demanda cada día mas reclutas, que vieron como en reemplazo de la papa o la yuca se contaminaba la tierra con siembras de infames minas antipersona, que no encontraban donde refugiarse cuando se encendía el traqueteo de las metralletas de los diferentes bandos, que tuvieron que salir de su entorno, dejarlo todo y aventurarse en las indiferentes ciudades que ningún tipo de hospitalidad les ofrecían, en fin, con el pueblo que realmente merece y reclama una recompensa por tantos años de sufrimiento.

Así bien, creo que mas allá de los 900 mil millones que financiaran proyectos de mejoramiento de vías, infraestructura educativa y de salud, electrificación rural, generación de ingresos, seguridad alimentaria, agua potable etc., el contrato plan simboliza un espaldarazo de todo el Estado colombiano a un pueblo que ha sido victima eterna del demencial conflicto armado, que sin lugar a dudas le demuestra a nuestros hermanos sureños que llegó la hora de cambiar la historia, que así como infortunadamente tuvieron que ver nacer la violencia en Colombia, estos son los primeros pasos para que algún día allí mismo se entierre, que todos queremos que sus terruños como Marquetalia, Gaitania, Santiago Pérez y el Cañón de las Hermosas se renombren solamente por la hermosura de sus paisajes, la productividad de sus tierras, y la bondad de sus gentes, que definitivamente anhelamos que se de una reivindicación total que más que justa es necesaria; por ello aplaudo a nuestros gobernantes y a todos los que miraron con benevolencia al sur Tolima para suscribir este contrato que se constituye como una gran contribución para la paz, y sobre todo por entender que esta no se alcanza solamente con el silenciamiento de los fusiles, sino que también es necesario garantizar la inversión social, para que sin hambre y sin balas podamos algún día vivir en el país de la reconciliación, la paz y la prosperidad.

“Lo poco que cuesta un tiple y lo bonito que suena, lo mucho que cuesta un rifle y lo tan feroz que truena”… maestro coyaimuno Luis Alberto (el pato) Aljure.

Credito
CÉSAR PICÓN

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