Los jesuitas, artesanos de la paz

Iván Ramírez Suárez

La elección de Jorge Mario Borgoglio como Sumo Pontífice, no solo significó la elección del primer hispanoamericano como jefe de la iglesia católica, sino además la llegada de un integrante de la Compañía de Jesús – también por primera vez – a la máxima jerarquía del catolicismo.

Los jesuitas, como suele llamárseles, son los seguidores de la corriente cristiana fundada por San Ignacio de Loyola en 1534 y que llegaron a nuestro territorio a partir de 1597 y 1598 liderando un trabajo educativo, cultural, social y científico relacionando de manera inteligente la fe y la ciencia.

Nuestra historia muestra que la iglesia católica como poder trascendente dentro del Estado, ha sido aliada tradicional e incondicional de otras fuerzas influyentes como los dueños de la tierra y la Fuerza Pública. Aliados estratégicos que bajo una concepción conservadurista han ejercido y siguen ejerciendo el poder.

Sin embargo, los jesuitas como línea ideológica al interior de esta iglesia, han asumido un papel renovador y progresista en defensa de la vida, la dignidad humana, el fortalecimiento de la educación, las artes y la ciencia, pero sobre todo en la defensa y promoción de los derechos humanos, la ciudadanía, la democracia y la paz.

Baste leer el documento público aprobado por la Asamblea Plenaria del Obispado Colombiano (Conferencia Episcopal, Bogotá, 8 de julio de 2016) para comprender la misión y papel que el Papa Francisco y sus representantes en Colombia asumen en la búsqueda de una solución pacífica al conflicto armado interno, como punto de inicio para recorrer el duro camino hacia una paz con Democracia y Justicia Social.

“La política tiene como tarea el bien común y la Paz Social es la mayor conquista de esa. Justamente por ello no puede ser politizada ni instrumentalizada, convirtiéndose en causa de polarización”, afirma el documento del episcopado.

Aunque desde el púlpito y la tribuna política otras corrientes de ultraderecha del catolicismo pretenden ignorar este compromiso institucional, es innegable que tanto el Papa como gran parte de la jerarquía colombiana son conscientes que la búsqueda de la paz es el más importante objetivo.

Cómo olvidar que en 1767 Los Borbones cuando asumieron el poder en España, ordenaron la expulsión de los jesuitas de todos los territorios coloniales americanos, como instrumento para evitar su innegable influencia sobre los dominados. En la actualidad los siguen descalificando y tildando de herejes, y hasta la encarnación de Satanás suelen llamarlos los sectores más reaccionarios.

Son una minoría audaz e inteligente del catolicismo que no supera los 20 mil sacerdotes y obispos. Pero en buena hora en Colombia los amigos de la paz y la Justicia Social terrenal contamos con un aliado decisivo como los “Artesanos de la Paz”, como se están autodenominnado.

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