Segunda jornada contra la vida

Rodrigo López Oviedo

Este 3 de julio se realizará el segundo Día sin IVA. ¿Será conveniente reincidir? El abandono de las precauciones establecidas contra el coronavirus fue tal en la primera jornada que esta terminó rebautizada como Día sin vida.
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Obviamente, la expresión es exagerada porque nadie muere el día en que se contagia con un virus, ni todo el que se contagia muere.

De todas formas, la experiencia debería servir para que el gobierno evalúe la conveniencia de su repetición, pero no con criterio mercantil, sino humano, pues son más importantes los riesgos sobre la vida que puedan evitarse, que cualquier expectativa económica o de otro tipo. Al fin de cuentas, de todos los derechos que el gobierno está obligado a garantizar, el más importante es el de la vida. 

Claro que no han de faltar los que creen que la razón está dos mil 350 metros más cerca de las estrellas, y aceptan como válido cuanto se disponga en Casa de Nariño. ¿Que necesitamos una jornada más sin IVA? ¡Adelante, hagámosla!; y que quien no quiera quemarse, que no se arrime a la candela.

Esa es “la razón de la sinrazón, que a mi razón se hace”, como dijo Cervantes. Es la sinrazón que no deja entender, por ejemplo, que así como tenemos derechos, a veces también tenemos el deber de no ejercerlos. Es la sinrazón que no deja entender, por ejemplo, que aunque tengamos el derecho de hacer, dentro de lo legal, lo que se nos antoje, aunque nos contagiemos, tenemos también, en medio de esta pandemia, la obligación de evitar convertirnos en factor de riesgo para los demás.

Claro que de esas sinrazones no es culpable el ciudadano. Lo es el aparato educativo, que no se preocupa mucho por su formación integral; y también el gobierno, que las fomenta para achicar la oposición a sus políticas de favorecimiento al gran capital, que hoy busca recuperarse de las afectaciones de la pandemia, mientras la población enferma y muere.

Una característica de las pandemias es que ataca a los pueblos sin discriminación alguna, lo cual explica que las respuestas de los gobiernos sean tan parecidas, aunque no tanto sus resultados, los cuales dependen del grado de responsabilidad con que se las aplique.

Esa responsabilidad es la que nos ha faltado, como lo confirmaremos con los datos que muestren las estadísticas inherentes al primer día sin IVA. Bajo tales condiciones, ¿valdrá la pena arriesgarnos de nuevo? En su lugar, deberíamos más bien suspender el recaudo del impuesto durante lo que quede de pandemia. Así nos ahorraríamos el incremento de contagios, muerte y sufrimientos que nos trajo la primera

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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