Empleo no es igual a equidad

No es gratuito que el Gobierno nacional, en cabeza del propio presidente Juan Manuel Santos, haya lanzado su unidad administrativa especial de lucha contra la pobreza en busca de la igualdad y la prosperidad, siguiendo los lineamientos de su programa de gobierno.

Lo que se busca realmente es una estrategia integral que pasa todavía por una línea de Estado benefactor y protector a alguna población, un estado garante y subsidiador en lo económico para la salud, la educación, la vivienda, los servicios públicos (agua) en otros casos, y uno que busca la atracción de inversión privada a escala nacional e internacional para crear empleo que permita ingresos fijos a miles de familias y con ello una mejora en sus indicadores de calidad de vida.

Pero pareciera que nada de ello sea significativo, ni tampoco que cuando los gurús y expertos hablan de mejora de la economía, bonanzas petroleras y mineras, ganancias de los boncas, llegadas de multinacionales, nada de eso se vea reflejado en bienestar para más de 30 millones de colombianos. Porque los otros 15 millones de habitantes se reparten entre los más más ricos y los ricos que no requieren de esas intervenciones especiales.

Pero también pareciera que por fin el Gobierno entendió que empleo no es igual a equidad. No es gratis que nuestro país sea el tercero en desigualdad en el mundo sólo superado por Haití, Angola, tal cual lo ha informado el programa de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidades para el Desarrollo, Pnud, pese a que tenga su desempleo cerca a un dígito o que existan hoy 20 millones de trabajadores entre asalariados e independientes.

Esto porque lo que no se ha distribuido en el país es la riqueza, es decir, desde la tenencia de la tierra, propiedad de formas de producción empresarial, posibilidades accionarias, etc.  

Dice el Pnud que en nuestro país el tener un trabajo o ser asalariado o tener un trabajo como independiente hace que nadie deje de ser pobre, tal vez sí miserable o extremadamente pobre, pero pobre no. Esto porque ya se sabe que 4.6 millones de colombianos, que representan el 10 por ciento del total de 45 millones, son los más ricos; otros nueve millones, son los segundos más ricos y estos tienen cerca del 70 por ciento de la riqueza, y el resto de la riqueza hay que repartirla entre los 30 millones restantes que somos los demás.

Que haya o no empleo no significa que existan más ricos o menos pobres para ponerlo en esos términos. Esto porque la tierra sigue estando mal distribuida, se calcula que sólo tres mil propietarios tienen 40 millones de hectáreas productivas o cultivables, mientras que tres millones de familias campesinas sólo tienen algo más de cuatro millones de hectáreas.

La concentración que también existe de capital accionario es fundamental para seguir aumentando la brecha entre ricos y pobres, dos mil personas –se calcula- tienen el 82 por ciento de las acciones emitidas.

El otro gran eslabón de la cadena que contribuye a la inequidad es la educación. Mientras no exista educación de calidad y con las mismas herramientas desde el preescolar y la primaria a niños y niñas campesinas y de zonas deprimidas y alejadas, iguales a la de quienes van a colegios privados en los grandes centros urbanos, esa franja no se reducirá. Los primeros siempre estarán en desventaja con los segundos.

Dice el Pnud que el otro gran factor aquí es la política tributaria que a punta de exenciones no contribuye a nada a compensar la desigualdad.

Todo esto para decir que muy buena la intención de crear esa unidad especial de búsqueda de la prosperidad para todos, pero que el reto es enorme y de fondo, se trata de reestructurar mucho del pensamiento ultracapitalista y mercantilista que ha dominado el país por los últimos 120 años. Como dicen por aquí, Dios nos coja confesados.  

Credito
Nelson Germán Sánchez Pérez –Gersan-

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